Eva Baltasar publica su primera novela, Permafrost; una oda al hedonismo, el sexo, el suicidio y la no maternidad. La poeta catalana da un salto a la prosa y planea sobre temas tabúes como la toxicidad de las madres o la abulia que lo establecido como políticamente correcto le provoca.
Qué: Libro (edita Random House)
La protagonista de Permafrost parece vivir conforme al título de la novela: bajo una capa de suelo permanentemente congelada. Desprovista de identidad, nos encontramos con una mujer treintañera, lesbiana, mentirosa compulsiva, con tendencias suicidas y frustraciones artísticas.
Conforme avanza esta suerte de diario, el hielo se hace con cada uno de los personajes y situaciones. Hay hielo por todas partes: en las relaciones familiares, en los fiascos amorosos, en los fracasos laborales y en los intentos fallidos de suicidio. Hielo como arma arrojadiza, como defensa y como muestra de fragilidad.
La barcelonesa Eva Baltasar escarba en las miserias humanas y las convierte en arpegios armónicos. Al final, todo lo que se esconde bajo el hielo está unido por el mismo desasosiego, aquel que se transfiere.
El discurso narrativo de Permafrost se presenta en primera persona. El narrador escupe en cada capítulo. Las palabras se intercalan con rapidez: toscas, duras y directas; con la fluidez propia de la poesía, pero en prosa. Todo ello conjugado en una amalgama de versos escondidos, una suerte de poema que resquebraja el hielo que inunda los textos. ¿Puede existir una oda más maravillosa al individualismo contemporáneo? Lean Permafrost, les resultará liberador.