Radicado en Nueva York desde 2002, el uruguayo apadrinado por Mac DeMarco cantó y tocó muchas canciones hasta dar con la horma de su zapato: el encuentro improbable entre Jonathan Richman y Eduardo Mateo. Llega lo nuevo de Juan Wauters.
Qué: Disco (Captured Tracks)
La onda –como el swing, el sabor, el groove, el mojo– se resiste a una definición, pero todos tienen su propia idea del asunto. Con sus pantalones de futbol, la guitarra en bandolera y sus hilarantes historias de Instagram, Juan Pablo Wauters encontró su propia manera de tener onda: involuntariamente, mientras buscaba otra cosa.
No sucedió de un día para el otro. Radicado en Nueva York desde el año 2002, el uruguayo apadrinado por Mac DeMarco cantó y tocó muchas canciones hasta dar con la horma de su zapato: el encuentro improbable entre Jonathan Richman y su compatriota Eduardo Mateo. Como cada típica línea de periodismo de rock, la metáfora es tirada de los pelos… pero encierra algunas pistas.
Si bien las diez canciones del disco transcurren en menos de media hora, La onda de Juan Pablo retrata un largo viaje de Wauters por Latinoamérica. Armado con un estudio móvil de cincuenta kilos, grabó los temas acompañado e inspirado por los músicos de cada parada: Argentina, Uruguay, Perú, Chile, México y Puerto Rico.
Así, en la Plaza Garibaldi de Ciudad de México conoció al ensamble callejero que lo acompaña en la ranchera A volar. En el Charco Azul de Guavate escuchó al dúo de boleros que le sugirió el mantra de Guapa. También hay candombe, blues chilango y aires de milonga, pero los géneros son una ilusión. A pesar de su aparente heterogeneidad e incluso una celebración de las frutas, el disco no suena como una ensalada. El candor de Juan y su personalísimo sentido del humor y la afinación unifican un repertorio que oscila entre la playa y la gran ciudad. Más fresco, no se puede.
