Tras cuatro años de espera Checopolaco presenta el flamante Tres pasos. El granadino Julián Méndez regresa para recordarnos que la materia pop aún puede sorprender sonando con voz propia.
Qué: Disco (El Ejército Rojo)
Ya lo dice el gran Manu Ferrón en la nota de prensa de este álbum: estamos ante un nuevo Pacific Ocean Blue de Dennis Wilson. Dicho así, lo primero que surge es la desconfianza ante un piropo de tal calado. Pero no, de gratuito, nada.
El tercer álbum de Checopolaco es una obra magna, en la que se ha lanzado a la búsqueda total del espacio y la atmósfera. El fin: dejar crecer un ramo de canciones acolchadas entre arreglos y cuerdas con la misma pericia y tino con la que La Buena Vida ataviaba sus melodías al viento. Para llegar a buen puerto y no caer en el sinfonismo gratuito, Julián Méndez se ha dejado ayudar por la producción sabia de Carlos Díaz, avezada mente en la sombra de sumos estilistas como Pajaro Jack o Los Planetas.
El poso clásico recorre el espinazo de un cancionero erguido desde el rozar de las teclas de un piano-esqueleto. Así es como, desde Avance a Coda, es desplegado un laberinto de canciones mecidas desde un prisma pop sin aranceles con la ambición. Cortes donde el tono neutro de sus palabras equilibran la creciente cordillera de filigranas acústicas que surten cada rincón de esta oda a la emoción y el amor. Dicho de otro modo, el disco que tanto The Divine Comedy como Mercury Rev matarían por hacer, pero ya no saben.