Con el memorable De palma y cacería, Pony Bravo pareció tocar techo. Ahora, seis años después, la banda sevillana retoma su boyante trayectoria con la edición de Gurú. Y no defrauda: no iguala a su antecesor, lo supera.
Qué: Disco (Telegrama)
Algo de especial tiene esta banda andaluza a la que le da igual el mejunje estilístico abordado. Uno nunca se fija en si está tirando de post-punk andalusí o de cualquier otra mezcla trufada de ingredientes altamente exóticos. Quizá sea por lo genuino de su manera de enfocar la simiente labrada o por su facilidad para evadir siempre arquetipos que recuerden a otros grupos. O por todo al mismo tiempo.
Lo único cierto es que Gurú arrastra a un desfile multicolor de sonidos, que van del afro-funk al hip hop fantasmagórico, con el que Pony Bravo aborda su alucinógena versión del Te estoy amando locamente de Las Grecas, aquí rebautizada como exige el guión: Loca mente. Ni más ni menos porque, desde la abstracción post-punk de Casi nazi al minimalismo robótico de Piensa McFly, da la impresión que los sevillanos han robado las llaves del Delorean para poder viajar a 1979, cuando pioneros como PiL abonaron un camino de heterodoxia aún no proseguido con la valentía necesaria.
Al menos hasta que los de Sevilla se han decidido a rajar el espacio con pespuntes de dub malsano y toda una baraja de bases y herramientas electro-analógicas que enrarecen aún más su retranca andaluza. Gloria bendita para todo amante de lo único e irrepetible. Como ellos mismos. Sin duda, los apóstoles por los que estábamos esperando.