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viernes 22 de noviembre de 2024
María Gainza
Foto: Rosana Schoijett

La luz negra

María Gainza

Después del éxito obtenido con El nervio óptico, la escritora argentina María Gainza retoma el fascinante mundo del arte y publica La luz negra, una novela lúcida que cuestiona la autenticidad y la verdad en dicho ámbito.

Qué: Libro (edita Anagrama)

Tras el éxito de crítica que supuso su primera novela, El nervio óptico, la escritora argentina María Gainza retoma el fascinante mundo del arte con La luz negra, una novela que indaga en los límites de la realidad y la ficción, que disecciona la manipulación en el ambiente artístico y que, en especial, se pregunta sobre el sentido del arte. Como se preguntaría la narradora: si una buena falsificación nos puede dar tanto placer como un original, ¿en un punto, no es lo falso más verdadero que lo auténtico?

Perdón, deberíamos decir que la novela tiene una narradora, M, una crítica de arte (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia) que en el pasado trabajó para Enriqueta Macedo, una importante tasadora que pasaba por auténticas, obras falsificadas.

Al comienzo del libro la narradora se encierra en la habitación de un hotel y comienza a contar bajo la premisa de la suposición. Allí cuenta un relato misterioso que se centra en la figura excéntrica y esquiva de la Negra, una falsificadora de Mariette Lydis, pintora austriaca famosa en la alta sociedad bonaerense, de la que no hay rastros. Pero la historia no se limita a la biografía de la Negra, sino que a partir de ella, o lo que se sabe de ella, se expande y se cruza con la vida de las otras dos mujeres protagonistas (Macedo y Lydis), formando el triángulo femenino por el que gira el relato.

Gainza, con una prosa limpia y precisa, se sumerge en un mundo que conoce hasta el detalle para reflexionar acerca de los límites del arte (¿hasta dónde llega?). Y es en su voz, en la mirada entendida, en donde reside el peso de la narración. Esa voz es la que descompone y reconstruye el pasado y lo vuelve dramaturgia.

No es casualidad que la búsqueda detectivesca, obsesiva, de la narradora sea sobre la Negra, la falsificadora total, la impostora ideal, una mujer que imitaba a la perfección a otra mujer, Lydis, una artista cuya particularidad era su estilo único para los retratos femeninos. Por lo que la búsqueda no es solo hacia el interior del arte (la imitación como enigma, digamos), sino también hacia el interior de la mujer en el arte. Lo que pintaba Lydis, lo que imitaba la Negra, es en definitiva lo que hace Gainza a través de la literatura.

La luz negra es una novela que se disfruta como una pintura sobre lienzo, original o falsificada. O como también se preguntaría la narradora: ¿acaso no es la falsificación la gran obra del Siglo XX?

María Gainza La luz negra

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