Más que nunca, Miqui Puig ha conseguido armar un tratado anticaspa perfecto contra toda mentalidad adocenada en la liturgia rock. Y para ello, qué mejor que quince trucos antiarrugas a mayor gloria del pop más cromático posible.
Qué: Disco (El Segell)
No cabe duda que el reciente esfuerzo de Miqui Puig viene con un cifrado esencial para todo el que se quiera arrimar a la vida sin miedo al qué dirán. Con tal fin, el poliédrico libro de recetas que tiene a mano ha sido utilizado con más maña que nunca. Ya sea desde la perspectiva house o el deje latino, Miqui Puig testa las diferentes metamorfosis de la criatura pop con la ansiedad del buscador de pepitas de oro.
De pop berlanguiano en la fabulosa Plum Cake a la saudade otoñal que insufla en Chill Out, la experiencia es filtrada bajo una pátina rejuvenecedora de propiedades altamente infecciosas. Con tachuelas verbales, como en Raros, o a través de declaraciones en primera persona, como en Karaoke, su vena lírica serpentea a lo largo de una paleta de colores avivados con graduación funk y un objetivo final: dejar que las escenas de la vida se sucedan a pie cambiado, bajo pasos de baile en los que la producción, más estilizada y panorámica que nunca, refleja las interioridades de un espíritu libre que ha dado con su tornasol particular contra la melancolía. El triunfo de la constancia de quien se sabe poseedor de una verdad que nunca había sonado tan esplendorosa como hasta ahora.