Tres años después de su legendario Soltasbruxa, la banda brasileña Francisco, el Hombre edita su nuevo disco. Sin abandonar la originalidad y el calor que identifican al combo, ahora suma una exuberancia electrónica y percusiva fascinante y agitadora.
Qué: Disco (Independiente)
Chico César afirma que Brasil es una isla lusófona cercada de hispanidades y que a muchos se le hace difícil salir de ese aislamiento. Pese a ello hay ejemplos de artistas que ignoran tal límite, como es el caso de Francisco, el Hombre. Nacida en 2013 de la unión de dos hermanos mexicanos (Sebastián y Mateo Piracés-Ugarte) y tres músicos de Campinas (Andrei Martinez Kozyreff, Juliana Strassacapa, Rafael Gomes), la banda se bautizó aludiendo a la leyenda colombiana de un acordeonista que vencía al Diablo en un duelo musical. Y contrapuntos musicales abundan a lo largo de toda su obra.
En el caso de este álbum flamante, ligan samplers con percusiones afiebradas, beats y loops que invitan al baile tribal. Son veintiséis minutos de canciones urgentes. A diferencia del disco anterior, Soltasbruxa, en Rasgacabeza abunda un electro-punk mestizo y libertario que mixtura funk carioca con ritmos del resto del continente.
El fuego domina las letras como protagonista: Chama adrenalina, Encaldeirando, Parafuso solto… La excepción a este clima es la reflexiva y poética O tempo é sua morada («se o vento te levou/ o tempo é sua morada…»). En definitiva: el disco nuevo de Francisco, el Hombre arde. Exactamente como el Brasil actual.