Tras romper la baraja de la ortodoxia pop con el díptico imprescindible conformado por Fragmento I y Dentro, El Hijo prosigue su exploración a través de manos ajenas, y propias, con el flamante Siempre ha estado ahí.
Qué: Disco (Intromúsica)
Es bien cierto que un disco de remezclas siempre cuenta con esa condición de trabajo menor, divertimento enfocado para la pista de baile. Sin embargo, viniendo de El Hijo, ¿alguien se puede llegar a creer que un artefacto de esta clase iba a ser algo complementario? Ni mucho menos. Escuchado de principio a fin, la misma selección de reworkers de sus canciones apuntan a una búsqueda libre pero abierta a nuevas significaciones que, como él bien señala, tienen un punto alucinado y también desembocan dentro de una ortodoxia más bailable.
Lo sorprendente del caso es que, más allá de la riqueza y libertad de formas que la materia prima motiva, Siempre ha estado ahí suena con la misma coherencia que cualquiera de sus otros álbumes. De hecho, estamos ante otro pilar de su templo sónico. Un trabajo donde la arreón feromónico con el que Sacco <> Vanzetti se desmelena en Playa (No crece nada) resulta tan excitante como la reformulación disco con la que Dani Nuñez aborda Fuera (Dentro). Por su parte, Somos La Herencia sumerge Sueña en un primer tercio de pesadilla de ambient industrial por la que mataría Ben Frost.
Cada una de las siete piezas aquí recogidas refuerzan el vuelco electrónico tomado por El Hijo, al mismo tiempo que demuestra su interés por no cerrar ningún ángulo dentro de su mutante caleidoscopio musical, y lo asienta como espeleólogo mayor de una excursión abierta al autodescubrimiento, incluso a través de ojos externos.