Uno de los iconos de la folktrónica latinoamericana (Chancha Vía Circuito) y el último gran renovador del chamamé (Chango Spasiuk) se unen en Pino Europeo, un proyecto que funde electrónica orgánica contemporánea con ritmos folclóricos del litoral argentino.
Qué: Disco (Sony Music)
«Pino Europeo: schotis, polcas, valses, música litoral. Criollos, inmigrantes, campesinos: todos juntos. Fiesta, baile, Chango, Chancha, ¡celebración! La vida. Pino Europeo», dice el prestigioso periodista musical y presentador Lalo Mir con voz de tapizador de muebles, como si estuviera vendiendo helados en una camioneta por algún pequeño pueblo de la Argentina litoral, cuando el álbum debut de Pino Europeo se acerca hacia el final.
Y es esa misma definición una vía rápida para explicar la singular coalición de Chancha Vía Circuito (uno de los máximos exponentes de la folktrónica latinoamericana) y el Chango Spasiuk (el último gran renovador del chamamé): la suma de un artista como Pedro Canale, acostumbrado a trabajar con materiales tan sensibles como el folclore, y dotarlos de un imaginario contemporáneo como es la electrónica orgánica; y Horacio Spasiuk, también acostumbrado a meter la mano en la tierra para dar con esas conexiones que van de ida y vuelta entre el litoral argentino y la Europa eslava.
Este disco no solo sirve para celebrar, resignificar y renaturalizar un álbum tan importante como fue aquel Polcas de mi tierra que cambió para siempre la proyección de Spasiuk y su posición como renovador folclórico y que acaba de cumplir veinte años; sino también los ciento veinte años de la inmigración ucraniana a la Argentina.
El resultado es un paso adelante entre la música de antes de ayer y la de pasado mañana, en una especie de viaje antropológico, de mapping rockumental y de mezcla de razas, tradiciones y generaciones a través de lo que nos une: una convivencia entre las polcas, schotis, kolomeicas y testimonios de Polcas de mi tierra y las cadencias y tratamientos electrónicos, tanto del dub o el hip-hop (especial atención a la colaboración de Miss Bolivia en Madera) como de la creación de una especie de folktrónica chill-house litoraleña que abre una nueva vía para que el acordeón y las máquinas se den la mano en una Misiones antes imaginada, hoy real.
