Tres años después de publicar un debut que hablaba de vulnerabilidades y con el que consiguió un Grammy, la boricua Ile vuelve tribal y empoderada con un álbum cargado de reivindicación feminista y política, pero también de sus mejores canciones hasta la fecha.
Qué: Disco (Sony Music)
«Soy el terreno invadido, naturaleza robada, soy pensamiento indebido, grito de voz silenciada. Soy el dolor que no siente, soy la memoria olvidada, soy material resistente con rabia despellejada», canta Ile para recibirnos, a modo de desayuno informativo y de grito reivindicativo, en los primeros treinta segundos de Almadura, su regreso discográfico tres años después de Ilevitable, un álbum que colocaba en el mapa el álter ego de Ileana Cabra, corista en Calle 13 hasta la disolución del grupo en 2015, y con el que conseguiría un Grammy en 2017.
Sin embargo, aquel debut, que sin ser mayúsculo servía para posicionar a la puertorriqueña como una de las voces en alza del bolero-pop millennial; es adelantado por la derecha (o deberíamos decir mejor por la izquierda, quizás) por Almadura, un ejercicio (ahora sí) mayúsculo en su contenido y su (sic) continente: no solo por reivindicar el empoderamiento feminista y la lucha contra el patriarcado, la libertad lucha independentista de su Puerto Rico natal o la memoria ancestral de Latinoamérica cuando aún no era; sino que también sirve como simposio rítmico de los sonidos tribales indigenistas y africanos, pero también como una reivindicación de la música de islas como Cuba, República Dominicana o Puerto Rico.
Explícita es todo el rato, pero bien es cierto que es especialmente emocionante cuando firma un auténtico himno feminista y antipatriarcal como el bolero Temes («Si tu ira me dispara en la cabeza, ¿por qué me temes? Si mi libertad la tiene tu despojo y mi cuerpo es recipiente de tu antojo; si mi sombra está detrás de tu figura… ¿por qué me temes?», canta); o cuando recuerda a los puertorriqueños independentistas asesinados en el Cerro Maravilla en 1978 (Odio) o saca a pasear el sentimiento boricua tanto desde el título (un juego de palabras entre «alma dura» y la pronunciación de «armadura») en Desde aquí o Contra todo (ésta con una mirada más universalista).
Pero, sobre todo, Almadura reina no solo por el discurso expuesto a través de las palabras. Sino que el fuerte de todas estas reivindicaciones también se hacen explícitas en la voz del ritmo. Un ritmo marcadamente caribeño-tribal (Curandera, Sin masticar, Ñe ñe ñé, De Luna o Desde aquí son las más evidentes), pero que también consigue contemporanizar a un icono de la salsa old school como Eddie Palmieri (quien compone un interludio de cuatro minutos y colabora en la salsa-guajira Déjame decirte), modernizar el bolero más percutivo (las románticas y sensuales Tu rumba e Invencible son absolutas delicias) y hasta coquetear con ritmos sudamericanos como la chacarera 2.0 (Odio).
Como ella misma canta, ella ya está rompiendo «muros, banderas y alambres»; tanto desde el imaginario geográfico y sociopolítico como desde la voz que mejor maneja: la de ritmo.