Desde que cerró su etapa en Charades, Isabel Fernández ha encontrado en Aries el vehículo ideal para eclosionar en un vibrante cóctel molotov pop de efectos mutantes. Pura fibra imposible de catalogar, condensada en su último, y más fascinante logro hasta la fecha, Juramento Mantarraya.
Qué: Disco (La Castanya/K Records)
Al escuchar los discos de Aries, uno detrás de otro, transciende un hecho: quizá Juramento Mantarraya responde a una lógica, basada en la progresión hacia la heterodoxia pop de su trayectoria. Pero con artilugios tan absolutamente únicos, lo que en verdad surge es la sensación de haber topado con algo tan inesperado como rico en matices, ideas. Sí, porque, a diferencia de la ambición mediatizada por los consensos maximalistas de Pitchfork, aquí se desarrolla una vertiente tallada entre el minimalismo y la abstracción, hasta el firmamento, como queda grabado en la alucinante canción titular del disco.
Confirmando lo que Emilio José auguraba hace una década, Aries se apunta a la muerte de la canción formal. En su reciente criatura, las formas mutan continuamente, como queriendo evadirse de los patrones habituales de percepción del oyente, derribándolos a través de una caligrafía libre que nos invita a cambiar nuestra misma manera de enfocar la escucha.
No puede ser de otra forma ante flipaduras geniales como Un gran puente y La mejor sensación, un hit en toda estación espacial que se precie. Y es que cortes como los mentados y Space Cake la acercan más a investigadoras sci-fi como Kaitlyn Aurelia Smith, y la desmarcan de un pelotón que, de golpe y porrazo, se ha quedado rezagado ante semejante crisol de ideas en rotación.
De la metomorfosis en bucle sinte a su cromático uso de las voces, engarzadas al esqueleto rítmico y lírico, estamos ante una supernova pop que nada tiene que envidiar a primos lejanos como High Places. Palabras mayores.
