El escritor chileno Alejandro Zambra publica Tema libre, su nuevo e inclasificable libro que funciona como un alegato a favor de la creación, o mejor dicho, de la literatura.
Qué: Libro (edita Anagrama)
Para encontrar un libro similar en la obra de Alejandro Zambra habría que remontarse a 2010, año en que se publicó No leer, una obra que recopila crónicas y breves ensayos que el autor se permitió escribir cuando dejó de ejercer la crítica literaria, es decir, cuando dejó de leer ciertos libros –y se cobijó en otros.
Ahora, casi diez años después, se publica Tema libre y la similitud salta a la vista: en estos once textos que lo componen también hay crónicas y breves ensayos. Pero no se reduce a eso, aquí hay más: también hay ficción, conferencias, diarios y columnas; todo parece caber. Es que en el universo de Zambra –para alegría del lector– hay todavía mucho espacio por llenar.
¿Qué hace al libro inclasificable?, o mejor, ¿por qué no se le puede encasillar en un género? Para empezar, por la tensión entre las partes que lo componen, partes que parecen querer despegarse pero no se pueden pensar separadas. Este es un libro que no busca la hibridez, la necesita.
Y para lograr esa tensión se necesita de una mano que sepa unir, sincretizar, sin que se note la costura. Algo que Zambra maneja a la perfección, cada texto parece seguir su camino, su propia dirección, aunque esa dirección sea la opuesta en otro texto y eso deje al desnudo una contradicción (como esos dos cuentos que en uno de los textos declara impublicables y aparecen publicados en el libro). Porque de eso se trata la creación literaria, la libertad creativa, de contradecirse, de dejarse llevar por el lenguaje. Y Zambra, como Whitman, contiene multitudes.
En Tema libre, con esa voz inconfundible que con un tono poético mezcla humor y melancolía en su justa medida, el autor habla del desarraigo, de la extranjería (en Nueva York, en México o en Buenos Aires), de los desafíos de la traducción (traducir a alguien es conmovedor), del acento, de la paternidad o la educación, pero sobre todo, habla de la creación, del proceso creativo, que se encuentra en todas sus actividades. «Lo que ahora espero, como lector, es justo lo que buscaba a los nueve años: no aburrirme», dice en uno de sus textos. Y aunque no lo diga, da la sensación de que con la escritura busca lo mismo.
«El aire es libre» es una frase que suelen repetir los niños cuando se dan cuenta de su potencia. Y la potencia de esa sentencia infantil es su veracidad, el aire es libre, nadie se lo puede apropiar. Leyendo a Zambra uno descubre que con el lenguaje sucede lo mismo, es libre, inabarcable, nadie se lo puede apropiar.
Alejandro Zambra (Santiago de Chile, 1975) ha escrito, entre otros, los libros de poesía Bahía inútil y Mudanzas y el libro de ensayos No leer. A su vez, publicó las novelas Bonsái, La vida privada de los árboles, Formas de volver a casa y Facsímil. Tema libre es su libro más reciente.