El ilustrador salmantino Ricardo Cavolo publica Jamfry, una autobiografía que recoge el primer tercio de su vida y en la que no sólo abre una ventana a ese universo pictórico de llamas y cuatro ojos, también invita al lector a conocer a Jamfry.
Qué: Libro (edita Lunwerg)
Jamfry es el niño que fue o es Ricardo Cavolo. Un apelativo cariñoso que respondía a su mirada de chico duro en una cara sonriente: «¡Humphrey Bogart, el chico más duro de la pantalla!», puntualiza Álvaro, el padre del artista, en la carta que abre estas memorias. Y así, es como Ricardo Cavolo comenzó a ser Jamfry sin dejar de ser Ricardo.
El ilustrador salmantino repasa su primer tercio de vida –ha decidido vivir ciento cinco años– y deleita al lector con una autobiografía que no sólo le acerca al universo Cavolo. Jamfry es un mensaje liberador, un mensaje que nos invita a deshacernos de los demonios, a creer en todo aquello que queremos ser, a mostrar nuestras emociones y llorar –hay tantas formas para hacerlo y todas maravillosas–, un mensaje de exteriorización y, por qué no, de valentía, la valentía de escuchar Camela y no avergonzarse, o la de sentir como si nos fuera la vida en ello. En estas páginas podremos refugiarnos de la angustia y entender que cada uno tiene su propio Jamfry. Sin embargo, éste en concreto es el que pertenece a Ricardo Cavolo.
Adentrarse en Jamfry, sería hacerlo en un mundo imaginario que se torna tangible. El artista planea sobre sus primeros años de vida, aquellos en los que ya forja su pasión por la pintura y en los que, aconsejado por su padre, comienza a establecer un estilo propio. Pero no se engañen, lo que este artista está forjando es su propio universo. El Castillo de Tejares, Ciudad Rodrigo, Zafra, Gredos, Italia, Rusia, Canadá, Barcelona… conviven en una realidad paralela con Conán, leones, los Simpson, guerreros, dragones y anguilas. En el libro de Ricardo Cavolo todo adquiere un tono metafórico, uno debe aprender a leer entre líneas; o quizás deba aprender a leer con los cuatro ojos y entre llamas.
El artista escribe abiertamente sobre su depresión, su dismorfofobia, sus demonios, el divorcio de sus padres, un viaje que le cambia la vida y cómo lidia con todo ello. Incluso hay un apartado maravilloso en el que nos permite acercarnos al art brut y outsider para comprender un poco mejor cuáles son sus referentes. El libro lo abren dos cartas, una es la de Álvaro, su padre; la otra es de María Herreros, también artista –por favor, consulten su obra–, su mujer y leona. Ella es quien asegura que Ricardo Cavolo es la persona más frágil y fuerte que ha conocido y nos invita a una historia especial, la de Jamfry. Merece la pena leerla, porque como bien dice su autor «Soy un melancólico tristón excesivamente sensible y no creo que sea el único en el club». Bienvenidos al universo Cavolo.