Adelantos como Un segundo más así y Mañana ya ponían sobre aviso: lo que se traía entre manos el gerundense Jose Domingo era importante. Después de embarcarnos con él en Mientras Dios no mira, no cabe duda: cúspide coronada.
Qué: Disco (Palosanto)
Más allá de apariciones estelares como la de María Rodés en Sueño con fiestas, en Mientras Dios no mira, el gerundense Jose Domingo ha esculpido su obra más personal mediante un labrado equilibrio entre heterodoxia instrumental y esplendor lírico de rock mediterráneo.
Será por la sutil vertebración motorik de No saldrá en la fotografía o en la arcadia onírica que retumba entre cada eco de No hay nadie, pero lo cierto es que las nueve canciones que vertebran este trabajo secundan la máxima de grupos como Pulp: tejer el pop desde la investigación y los maridajes sónicos más distantes y contrarios a la idea de pop al uso.
Bajo dicha concepción, el plus visual de la poesía vertida por Domingo entre acorde y acorde redunda en un cosmos sónico donde lo mediterráneo conecta con sensibilidades de las más diferentes latitudes. Mención aparte para la progresión elegíaca con la que alcanza el éxtasis en Santa Eugenia, crecida emocional de altos vuelos donde se forja la simbiosis perfecta entre hilado acústico, imprevisibilidad percusiva y atmósfera sinte.
La intuición con la que brotan los esqueletos musicales refuerza la autonomía de una cancionero que parece haber sido cosido desde la materia prima y la sombra de la misma. Un juego de abstracción a diferentes niveles, con ejemplos tan elocuentes como Huyes, uno de los temas que bordan este fresco inundado de imágenes marinas, nacidas para viajar en la cabeza del capitán.