A sus ochenta y nueve años, Elza Soares, una de las voces más grandes de la música popular brasileña, no parece querer de dejar de cantar de manera clara las cosas que muchos tienen miedo de decir. Algo que queda claro en el flamante Planeta fome.
Qué: Disco (Deck)
A meses de cumplir noventa años, Elza Soares no parece tener planes de callar su voz. La artista brasileña sigue buscando nuevos caminos y estéticas donde su canto pueda seguir vigente. Después de dos discos bajo la tutela de Guilherme Kastrup que la reposicionaron en la escena pop de su país –A mulher do fim do mundo (2015) y Deus é mulher (2018)–; para el flamante Planeta fome trabaja con la conducción de Rafael Ramos, productor reconocido en el ámbito del rock por sus trabajos con Pitty, Matanza y Maglore, entre muchos otros.
Así, Ramos dotó al disco de un sonido distinto: lo que se escucha es mucho más directo y cancionero, con una clara presencia de la guitarra distorsionada y detalles electrónicos. Blá blá blá y Não recomendado, por ejemplo, tienen riffs decididamente rockers y el trabajo de las voces son cercanos al rap. Pero, sin embargo, no se trata de un disco de rock: Elza tiene un abanico más amplio y el productor supo respetarlo, incluyendo temas que se acercan al soul, al reggae y, claro, al samba, el estilo donde Elza siempre brilló.
Lo que une a todos esos temas es la intención más pop, las letras abiertamente críticas al conservadurismo que asola actualmente a Brasil y, claro, la inmensa personalidad de Elza, quien eligió todos los temas entre una larga lista presentada por su productor. Puede que el resultado no sea tan osado como los dos álbumes anteriores, pero indudablemente mantiene un nivel altísimo que incluso puede atraer a nuevos oyentes con una propuesta que resulta más directa.