La veinteañera cantautora carioca Ana Frango Elétrico da un paso de gigante en su camino de mixturar influencias varias con magníficos resultados en el reciente Little Electric Chicken Heart, un álbum encantador y adictivo.
Qué: Disco (Risco)
La joven cantautora carioca Ana Frango Elétrico es un personaje raro. Cualquier intento de encasillarla musicalmente nace fallido porque resulta imposible encontrarle una definición exacta; aunque no sería descabellado decir que hace una MPB destripada.
También se podría definir su propuesta como un samba rock para locos que los sanos pueden escuchar y disfrutar con mucho gusto. Su estreno (Mormaço queima, 2018) es un buen disco en el que ya mostraba su talento, pero no ofrecía la riqueza que se percibe en Little Electric Chicken Heart, un álbum donde el samba y el jazz pasan por un filtro pop y por la sutil psicodelia que les confiere su voz y su guitarra.
En la obra de Ana se puede encontrar algo de la cara más anárquica de Os Mutantes y una herencia de la canción popular brasileña de los 60 y 70, pero más allá de estas influencias lo que ella hace es fresco y personal, algo así como una especie de nostalgia del presente, o música vieja novedosa, si tal definiciones fueran posibles.
En este álbum hay hits de adhesión inmediata (Promessas e previsões y la deliciosa Torturadores), pero se recomienda escuchar el disco completo, muchas veces y donde sea, porque es definitivamente uno de los trabajos más encantadores y adictivos de los publicados en Brasil en 2019.