En su segundo álbum, la banda bogotana Los Niños Telepáticos profundiza en la exploración de sus intereses sonoros para terminar de definir un género o estilo musical que ellos mismos denominan «estalle» y que atraviesa la experimentación y la vanguardia rockera.
Qué: Disco (independiente)
En 2016 Los Niños Telepáticos debutaron con un álbum homónimo sorprendente. En nueve canciones, presentadas por cuatro patitos de hule en la portada, no sólo anunciaban el arribo de una banda con múltiples aristas y descreída de cualquier etiqueta posible, también dejaba un testimonio de lo que vendría. Concierto a concierto, el público de la banda bogotana empezó a expandirse gracias a canciones etéreas y a la vez extensas que abrevaban directamente de los pozos de la psicodelia y el jazz.
Apenas unos meses después de editado su disco de debut, y con el impacto efervescente de ese sonido aún presente, un nuevo sencillo titulado La ciencia de la paz, señalaba un nuevo trabajo que se iría cociendo a fuego lento. Entre 2017 y 2019, las canciones Prisma, Retrovisor, Nía y Así es fueron apareciendo como piezas de engranaje de un artefacto decisivo: Estallados, su segundo disco de duración y efecto largos.
Al igual que con su antecesor, Camilo Bartelsman, Nicolás Mejía, Antonio Cortés y Édgar Marún crearon nueve temas que le dan forma a un álbum reposado pero no por ello menos inquieto. De forma acertada, las cinco canciones de adelanto son las que abren y revelan de qué está hecho este nuevo viaje sónico que evoca otros momentos del rock bogotano: ritmos frenéticos, guitarras expansivas y lisérgicas, canción pastoril experimental, apuntes de jazz-rock y un elemento habitualmente ajeno al rock hecho en Colombia: armonías vocales cuidadas y robustas.
Las últimas cuatro canciones, que también fueron las últimas en ser grabadas y las más cercanas en el tiempo, se agrupan como si se tratara de un lado B lo-fi, casi instrumental, que dilata la travesía de quien escucha hasta fundirse en trance eléctrico. Esa sensación se refuerza en el arte del disco, colorido, futurista y artesanal al mismo tiempo gracias a las pinturas de Gabriel Silva Rubio. Quizás sea todo eso lo que explica por qué enmarcan su sonido y su música en un género propio que han denominado «estalle».