Tercer disco de Dúo La Loba, tercera razón para seguirle la pista y convertirse en ese amigo pesado y apasionado que recomienda una y otra vez a su círculo íntimo el baño en el nuevo objeto de sus filias sonoras.
Qué: Disco (Raso)
Son dos, y son australes, aunque reubicados en Madrid: Guadalupe Álvarez y Javier Zarember. Él produjo un primer esfuerzo de ella hace quince años, luego hubo barbecho y finalmente entendieron que el paseo por los pentagramas era más lindo al compás de sus pasos entremezclados. On The Kitchen Floor (2012) es un primer EP como La Loba Danza, que puede escucharse en el Bandcamp de Guadalupe Álvarez, precedió a la evolución conceptual y formal hacia el Dúo La Loba, que alumbró un primer trabajo en largo hace dos años, El disco hermoso (2017).
Ahora los disparos son más plurales: entre el pop y el folk con destellos maquinales asoma el Río de la Plata (especialmente ricos suenan el candombe y la milonga) y dos poderosas colaboraciones emergen a volapié: Jorge Drexler (ya paseó por el anterior disco del que es guitarrista de su banda) y Kevin Johansen. Por encima de todo están ellos, Javier en el revestimiento sonoro, Guadalupe con su voz añeja y hermosa, voz que mece y alfilerea; escuchar Simulacro es un desubique maravilloso que toca al abuelo y al nieto, por ejemplo, como si Érica García, la «Tana» Rinaldi y Libertad Lamarque hubieran unido fuerzas ante el micro. Pueblo chico, infierno grande chalanea con el wéstern, con Javier en fraseo y Guadalupe con el altoparlante en los contrapuntos.
Señora de nadie es otra maravilla, como Abrazada al árbol caído, y el Café quemado a pachas con Johansen se queda en la memoria como el propio sabor del brebaje se quedaría en el paladar. Ahora que Mon Laferte o Monsieur Periné andan por los grandes escenarios haciendo bandera de la raíz «a su manera», Guadalupe y Javier merecen un sitial en ese circuito. De momento andan llenando los cafés con la gente que ya se enteró de que son estupendos. En el Bandcamp de Raso y en los conciertos se pueden conseguir las copias físicas de Verbena, por cierto. Y si no se le llega a eso, bienvenida sea la compresión del streaming: las músicas lindas superan ese corsé por vía parenteral y van, por tanto, directas al torrente sanguíneo.