Lidia Damunt nos ha acostumbrado a un nivel de inspiración tan alto, que en el flamante Nacer en Marte no cabe más que rendirse de nuevo ante sus viñetas sobre relaciones en modo presente.
Qué: Disco (La Castanya)
Haciendo una retrospectiva de Lidia Damunt, desde sus años al frente de Hello Cuca, queda de manifiesto la relevancia de una trayectoria que, en ningún momento, ha dado visos de agotamiento. Y sobre todo en esta última década, que ha preñado de discos atemporales, siempre jugando desde los vértices del folk, el pop y su imaginación a prueba de bombas.
Para cerrar tan provechoso decenio, la murciana ha retornado con un trabajo de título bien explícito, Nacer en Marte. Bajo estas luces de neón se esconden nuevas piezas de un rompecabezas cuya imagen final es el alma de Lidia, sus miedos, deseos y esa fijación por quebrar los tópicos más habituales acerca de las relaciones de pareja.
No hay límites narrativos en una colección de canciones fogueadas en folk de chimenea, pero avivadas desde el gesto en primer plano de una voz que nace de la boca del estómago. Solo así es posible relatar historias de dependencia emocional como Medicina; sin duda, uno de los techos de este trabajo, encumbrado desde el estribillo astral de Tu presencia.
Más allá de estos dos picos, la receta es más exquisita cuando la atmósfera fronteriza se cuela en los poros de unos temas perfectamente equilibrados desde la personalidad intransferible de su autora y su propia visión, sin filtros, de lo que supone compartir un sentimiento mutuo o rechazado.
Escuchado de cabo a rabo, no cabe más que sucumbir de nuevo ante la realidad de una personalidad que siempre impone su idiosincrasia en canciones lacradas con el matasellos de la inspiración inagotable.
