Un padre divorciado, tres niños, una madre que busca un futuro mejor para su familia junto a nueva pareja y una oportunidad laboral que se vislumbra prometedora e inquietante en partes iguales. Se estrena en Argentina Las buenas intenciones, ópera prima de Ana García Blaya.
Qué: Película (estreno en Argentina)
Años 90. Gustavo (Javier Drolas) trabaja en una tienda de discos y no es lo que podría definirse como el arquetipo de la responsabilidad. Disfruta de la noche, la bohemia, ir a conciertos y deambular por diversos romances pasajeros. Además de todo aquello es padre: tiene tres pequeños hijos (dos niñas y un niño) y está divorciado.
Su mujer, Cecilia (Jazmín Stuart), le vive recriminando sus descuidos a la hora de la manutención económica y su actitud despistada que lo aleja de ser el «padre ejemplar». Todo avanza, con vaivenes, hasta que Cecilia le informa a Gustavo que se radicarán con Guille (Juan Minujín), su nueva pareja, y sus hijos en Paraguay por una oportunidad laboral. Gustavo, apesadumbrado, lo acepta a regañadientes. Lo que no sabe es que Amanda (Amanda Minujín), su hija mayor, será su aliada en su cruzada por intentar impedir este plan ya que ella prefiere quedarse en su país junto a su peculiar padre.
Esta ópera prima de la joven Ana García Blaya es una concatenación de homenajes: está basada en su propia experiencia (el personaje de Amanda se inspira en ella y el de Gustavo en su padre, Javier García Blaya). También se homenajea una época, los años noventa, un sonido, una estética (se incluyen registros en VHS) una particular melomanía (muy en sintonía con Alta fidelidad, de Nick Hornby) y una banda sonora en particular: suenan las canciones de la banda de culto argentina Sorry, liderada por su padre, García Blaya, y acompañado por el también fallecido a edad temprana Pablo Fischerman (actor y director de cine).
Las buenas intenciones, circuló con éxito en festivales prestigiosos (Toronto, San Sebastián, Oslo y Mar del Plata). Sobre la experiencia de transformar sus vivencias en un filme, la directora declaró al diario Página/12: «Con la película no quería hacer ningún juicio de valor. No quería juzgar ni a mi papá ni a mi mamá. Pero esa noche en la que tuve que decidir qué hacer fue lo más doloroso que me pasó en la vida».