Tras seis años de espera desde Ballenas muertas en San Sebastián, El Columpio Asesino regresa con una versión luminosa de su habitual genoma oscuro. El resultado del cambio de registro nos muestra a un grupo que no deja de sonar a sí mismo, aunque con referentes más palpables del synth-pop alcalino de los ochenta.
Qué: Disco (Oso Polita)
No hay más que zambullirse en Huir, primera parada del viaje, para corroborar estímulos más pop que nunca en la receta del grupo navarro. Efluvios New Order también reflejados en la cadencia funk de hitazos como Preparada, muestra gloriosa de su trasvase de Joy Division hacia la versión tecno nacida tras la muerte de Ian Curtis.
Esta tendencia tampoco quiere decir que El Columpio Asesino haya olvidado el tremor oscuro, tenso, de su ADN. Así ocurre en Sirenas de mediodía o Lechuzas, cúters y somníferos. Ambos rastros del pasado conviven con otras muestras tan ochenteras como el aura a lo John Foxx en Mi general. El tono minimalista de esta última contrasta con el aura berlinesa a lo Bowie de la majestuosa Tu último relato, otro de los disparos a quemarropa de este Ataque celeste; sin duda, su trabajo más homogéneo e inspirado hasta la fecha.
Poco más de media hora repartida entre ocho canciones borrachas de intuición e impacto orgánico. Sin duda, un trabajo brillante donde toda la luz de sus sonidos emerge como sombra sci-fi de textos tan ballardianos como Siempre estás tú o el espíritu distópico de la titular del álbum, últimos capítulos de tan sobresaliente artilugio contra la comodidad de la nostalgia.