La artista multidisciplinar peruana Nuria Zapata debuta en la música con un breve pero seductor ejercicio de indie pop de dormitorio. El mismo se alimenta de sutiles texturas electrónicas y una voz sumamente expresiva que la proyecta como una de las figuras más originales de la novísima escena limeña.
Qué: Disco (Monclova Records)
La peruana Nuria Zapata Fiedler se hizo de un rápido nombre en el ecosistema cultural limeño gracias a su labor como artista plástica, actriz, modelo ocasional y, sobre todo, como autora de encantadores «libros objeto» de poesía y dibujo –con tiradas elaboradas íntegramente a mano por ella misma–, que parecen destinados a convertirse en artículos altamente coleccionables en el plazo inmediato.
Su incursión musical como La Zorra Zapata, aunque perfectamente coherente con el resto de su trabajo artístico (las ocho canciones de su debut surgieron de apuntes recogidos en los innumerables diarios que viene escribiendo de manera casi obsesiva desde la adolescencia), se ha revelado como la más fascinante de sus múltiples facetas. «Quería mostrarme vulnerable sin vergüenza (..) Sacar lo que llevo dentro sin pretensiones», ha dicho, sobre un disco que, como curiosa coincidencia con la coyuntura de confinamiento forzoso en el que fue puesto en circulación, nació también dentro de un periodo de reclusión obligatoria, cuando Nuria sufrió una severa lesión en la rodilla y no pudo salir de casa por cerca de dos meses y medio.
Entre lo más destacado de esta colección de delicadas y agridulces miniaturas musicales, Extraño animal, escrita e interpretada junto con Nico Saba, de Kanaku & El Tigre, es un tema que, con sus teclados omnipresentes y atmósferas que parecen provenir directamente de la edad dorada del soft rock, marca un oportuno desvío de los sonidos y los temperamentos preponderantes en el resto del disco; mientras que Hay que hacerlo, su corte más optimista y luminoso, es un hit en potencia que funciona también como una rotunda declaración de principios que sintoniza a la perfección con la filosofía del «hazlo tú mismo» que siempre ha guiado las exploraciones artísticas de Zapata.
Solo adiós (La ranchera), la balada acústica que cierra el disco, es una etérea reafirmación de la agridulce excelencia que pendula sobre todas estas composiciones: música que destila la fresca desnudez de una artista multitalentosa que está disfrutando con intensidad el siempre complejo proceso de encontrar su propia voz.