Psicodelia postpunk es lo que ofrece, con extrema elegancia y ortodoxia reverberante, el dúo uruguayo Las Cobras. Va por su segundo disco de rock viajado, una «selva» de sonidos que forma parte de la colección del cotizado sello británico Fuzz Club.
Qué: Disco (Fuzz Club)
Sofía Aguerre y Leandro Rebellato viven en una pequeña ciudad a cincuenta kilómetros de Montevideo. Mantienen un saludable ritual suburbano para salvar los fines de semana en un sitio donde no pasa demasiada cosa: juntarse todos los sábados, en maratónicas y ruidosas jams nocturnas.
El punto de partida son bases electrónicas sobre las que suman guitarras, distorsiones y loops. El concepto buscado es el trance, es envolver el tiempo en atmósferas espiraladas. No es una psicodelia exactamente liberadora la que transitan, o sí, pero la vuelta de tuerca los lleva a viajar pasajes introspectivos y desolados, por melodías a baja altura que conducen a la alquimia del dream pop y texturas que remiten a bandas ochenteras y postpunk como The Jesus And Mary Chain o Dead Can Dance.
Así, el dúo Las Cobras se fue encontrando con las primeras canciones que derivaron en la concepción de Temporal, disco debut que llamó la atención del sello británico Fuzz Club, responsable de fichar a este proyecto lisérgico que hacía circular sus sonidos libremente por Bandcamp.
Ahora llega Selva, un segundo disco más recargado y más orgánico. A Sofía y Leandro se sumaron Darío y Diego, que profundizan la disciplina mántrica y le dan mayor volumen sónico a una propuetsa que se consolida como una de las experiencias musicales más interesantes de la escena alternativa uruguaya.
Hay que meterse en el trip de composiciones como Ida y Lo hacemos mal para comprobarlo. Es un viaje recomendable. Apenas se pone la púa sobre el vinilo es posible conectarse con la aspereza ácida de un sábado a la noche en una pequeña ciudad al sur del planeta.
