Luego de seis años, el trío peruano de post hardcore vuelve a la escena con un álbum que compendia los hallazgos de sus cuatro placas anteriores y proyecta su sonido hacia nuevos horizontes. En tiempos de confinamiento, la música eufórica y versátil de Plug Plug funciona como un antídoto perfecto contra la claustrofobia.
Qué: Disco (Independiente)
La pandemia ha hecho que el distanciamiento social se convierta ya en un rasgo ineludible de nuestras confinadas existencias, pero la banda peruana Plug Plug lo tiene incorporado a las dinámicas de su proceso creativo desde hace al menos una década, cuando el cantante Garzo (quien también integra Los Huaycos y fue uno de los fundadores de la influyente agrupación de hardcore Metamorphosis) dejó Lima para instalarse en la costa oeste de Estados Unidos.
Humanicomio terráqueo, la quinta producción del trío que también integran el bajista Kamilo Riveros y el baterista Antonio Olivera, fue grabada y masterizada a distancia, entre California y el Perú, pero esa contingencia se hace imperceptible en los once cortes de un disco conciso –dura apenas veintiséis minutos– pero a la vez contundente y sinuoso: un alarde de recursos en los que la banda se desplaza a sus anchas sobre los intrincados territorios del post hardcore y el math rock, pero sin renunciar jamás a la potencia y la naturalidad del punk de viejo cuño.
«Llegamos al post y al math rock gracias a la polirritmia de la música peruana», dijo Riveros en una entrevista reciente. El bajista, precisamente, es hijo de Chalena Vásquez, eminencia de la etnomusicología en el Perú, fallecida hace tres años y a quien la banda le dedica Para siempre, una de las tantas canciones de Humanicomio terráqueo en las que la impronta de los ritmos peruanos parece inmiscuirse discretamente. Sin embargo, la atmósfera general se inclina siempre hacia la tensión y el cambio constante, un caos controlado que alcanza algo parecido a la plenitud en los estupendos sencillos Sentido, En vano y A donde sea. Muy recomendable.
