Kike Babas y Kike Turrón, biógrafos de varios artistas de la escena española, vuelven al ruedo con Sol y sombra. Los Rodríguez, una historia coral en la que dan su testimonio los miembros de la banda y una larga lista de allegados.
Qué: Libro (Bao Ediciones)
A través de la editorial Bao Ediciones de Bilbao, se publica Sol y sombra. Los Rodríguez, obra de nuestros queridos Kike Babas y Kike Turrón que ofrece una completa biografía coral sobre la banda hispano-argentina que con una corta pero intensa carrera se convirtió en un clásico del rock hispanoamericano.
El grupo, formado por Andrés Calamaro, Ariel Rot, Germán Vilella y el tristemente desaparecido Julián Infante grabó tres discos indispensables (Buena suerte, Sin documentos y Palabras más, palabras menos) entre 1989 y 1996 y dejó como legado un gran puñado de canciones que se han convertido en himnos generacionales para gente de un lado y otro del Atlántico. Con Los Rodríguez, el puente aéreo entre Madrid y Buenos Aires nunca estuvo tan activo: la banda cruzó innumerables veces el charco ampliando su audiencia en ambas orillas.
Así, esta obra ahonda en testimonios de Andrés, Ariel y Germán pero también en los de casi un centenar de voces entre compañeros de discos (Sergio Makaroff, Candy Caramelo, Raimundo Amador), de local de ensayo (Coque Malla, Jaime Urrutia, Javier Abreu), de escenario (Pablo Carbonell, Josele Santiago, Mercedes Ferrer), de vecindario (Javier Corcovado; Ambite, de Pistones), de la noche madrileña (Ángel Altolaguirre, Manolo UVI. El Gran Wyoming) o de compañeros que siguieron su carrera con ávido interés (Enrique Bunbury, Carlos Tarque, Fito Cabrales, Iván Ferreiro). A ellos se suman las palabras de destacados periodistas españoles como Diego A. Manrique, Jesús Ordovás y Santiago Alcanda; fotógrafos como Alberto García-Alix; productores musicales, promotores, representantes discográficos, managers e ilustradores.
De esta manera, Sol y sombra se convierte en una obra indispensable para rememorar aquellos maravillosos años al ritmo de canciones inolvidables, pero también para que las nuevas generaciones descubran con que canciones bailaron sus padres más de una vez hace más de veinte años en bares de Madrid, Buenos Aires y muchas otras ciudades de ambas orillas del Atlántico.
Debajo de la portada te ofrecemos un fragmento exclusivo para los lectores de ZdeO.
SOL Y SOMBRA. BIOGRAFÍA ORAL DE LOS RODRÍGUEZ
Extracto del capítulo 3
Roque Casciero (futuro periodista musical argentino): Atesoro todos sus discos, pero en esa época todavía no trabajaba como periodista de música y no tengo mucho inside para contar. En el 91 había dejado mis infructuosos estudios de informática y empecé a estudiar periodismo. Terminé en el 93 y comencé a trabajar en la revista La Maga. A partir del 96 comencé a escribir regularmente sobre rock. A mí me gustaban los discos solistas que Andrés había hecho antes de irse de la Argentina, especialmente Nadie sale vivo de aquí, que sigue pareciéndome una obra maestra oculta. Tampoco conocía demasiado a Tequila y a Ariel lo tenía más por Debajo del puente, que acá había sido una suerte de hit menor. Tequila nunca fue conocido en la Argentina. Juraría que ni siquiera entre los fans de Andrés es un nombre que suene demasiado. En esa época pre-Internet no circulaba tan fácil la información como ahora, por eso en España tampoco se conocía a muchos artistas argentinos. Incluso, cada vez que Moris volvía a Buenos Aires había que recordarles a las nuevas generaciones de quién se trataba. Buena suerte se editó aquí con mucha demora y fue a raíz del éxito que tuvo la versión de Mi enfermedad, que había grabado Fabiana Cantilo. El nombre Los Rodríguez no nos decía mucho a los argentinos, acá no se usa la expresión «estar de Rodríguez» (que me explicó Andrés muchos años después). El disco me enganchó enseguida, tenía la proporción perfecta de melancolía y rock.
Andrés Calamaro: Quién sabe si la versión de Mi enfermedad de Fabiana Cantilo fue positiva para Buena suerte. Fue un éxito para Fabiana, pero no sé cómo fue la secuencia exacta en cuestión de sucesos en la temporalidad. Cuando Diego Armando dijo que era su canción favorita, quizás estaba sonando en las radios en Argentina y fue cuando la eligió para su vuelta al deporte. Eso tiene una magnitud maravillosa, y mi amistad con Diego es cada vez más fuerte y leal.
Paco Martín (entonces director de la discográfica Pasión): El disco no tuvo tampoco algo reseñable en Argentina. Llamó la atención, pero no fue ni mucho menos masivo. Lo que sí recuerdo es que la canción que pegó fue una que eligió Maradona, Mi enfermedad. Le envié el disco a Maradona porque en aquellos tiempos jugaba en el Sevilla y yo soy amigo de Sebastián Losada. El caso es que le hice llegar el disco y Maradona se lo pidió prestado para escucharlo. Y a las semanas me dijo: «joder, Diego pone antes de todos los partidos Mi enfermedad por megafonía en el estadio. Lo exige y la pone dos o tres veces». También me dijo que le mandase otro ejemplar, que Maradona no le pensaba devolver el suyo. En el estadio del Sevilla, antes del himno del club, sonaba el himno de Maradona, que era Mi enfermedad. Tremendo.
Germán Vilella: Mi enfermedad salió en Argentina con la versión de Fabiana y aquello tuvo cierta repercusión, parecía que nos podía afectar para algo bueno. Y funcionó como canción, pero no tiró para que pudiésemos aprovecharlo y hacer conciertos.
21 SEPTIEMBRE 1991. FITO PÁEZ CON LOS RODRÍGUEZ EN EL REVOLVER
Pancho Varona (músico y productor de Joaquín Sabina): Ellos actuaron como banda soporte de Fito Páez. Fue una actuación en la Sala Revolver, en la calle Galileo. Como Fito Páez es teclista, Andrés Calamaro se ocupó de tocar el bajo. Esa fue la banda. Esa fue la actuación y yo lo vi. Precioso. Éramos cien personas, no más. Siempre he considerado a Los Rodríguez como la mejor banda de rock en español que conozco. Siempre pienso que los ochenta fueron de Siniestro Total, los noventa fueron de Los Rodríguez, los dos mil de Pereza y, seguramente, los dos mil diez de Vetusta Morla o Love of Lesbian. Esas serían mis bandas favoritas en décadas. Pero, al margen de eso, Los Rodríguez son y serán mi banda favorita de rock en español.
Diego Manrique (crítico musical en El País): Yo era socio del Ambigú, en la calle Leganitos, quizás entonces el principal antro rockero de la zona donde recalaban noticias y rumores. Recuerdo haber quedado allí cuando quisieron presentarme a Fito Páez. Vino Fito a dar un concierto en Revolver en el que ellos fueron los acompañantes y estuvieron una semana ensayando. Qué tiempos ¿no? Preparar el repertorio de un colega para un único show. De Fito conocía algún disco, igual que de Calamaro antes de que aterrizara en Madrid. Era seguidor del rock argentino, cuando resultaba muy difícil conseguir sus discos. Admiraba sus logros, su capacidad para arrastrar masas en un contexto político-social de lo más convulso.
Pancho Varona: Eran chulos, guapos, maravillosos. Siempre quise ser como ellos y uno de ellos: mitad argentino y mitad español. Tenían letras inteligentes y maravillosas, músicas estupendas… ¡los coros! Para mi eran y son la banda perfecta, y es algo que sigo reivindicando y por eso estoy en este libro. Esa es la verdad. Me encantaría una nueva versión de Los Rodríguez con Leiva de guitarrista y yo al bajo. Ahí lo dejo. Me gustaría tanto ser un Rodríguez, aunque solo fuese una temporada pequeña de mi vida. Empecé a ponerme muy pesado con Joaquín, todo eran alusiones a Los Rodríguez. En esa época salí mucho con Joaquín de fiesta, de copas, alternábamos mucho y todo el rato estábamos haciendo canciones. Estaba mucho en su casa y él en la mía. Le hablaba de Andrés y le ponía su música. En aquella época no era fácil poner la música de Andrés, repito que solo yo tenía ese material en casa. Se lo mostré, lo escuchamos, y le empezó a interesar la figura de ese tío. Debió ser el año 91, estábamos grabando el disco Física y química, y Sabina me dijo que llamase a Calamaro y que le invitase a la grabación. Yo le había contado a Joaquín que había asistido a la grabación de sus primeras canciones, hacía tan solo unos meses, y me dijo que le invitase para cantar con nosotros los coros del tema Pastillas para no soñar. Invité a Andrés y vino al estudio. Le había hablado tantísimo a Joaquín de Andrés que no hizo falta mucha presentación. Enseguida Andrés le dijo que le gustaba mucho Con la frente marchita. Y se abrazaron. Desde aquel día los tres somos hermanos: Joaquín el mayor, yo el de en medio y Andrés el pequeño, o casi.
ENCUENTROS EN EL AMBIGÚ
El Gran Wyoming (cantante y presentador de TV): Estábamos tocando versiones en el Ambigú y apareció Andrés Calamaro, al que yo no conocía de nada. Era al poco de llegar a España. Estábamos José Romero a la guitarra, Fernando Illán al bajo, Manolo Villalta al teclado… unos musicazos. Y Andrés nos preguntó si podía tocar una y tal. Le dijimos que vale, que tocase. Y el tipo va y se pone a tocar, pero sin preguntar ni seguir a nadie. Se puso directamente a tocar, él solo. Nos quedamos pensando ¿y este pavo? Y el Romero se mosquea y dice: «que le den por culo». Y dejó la guitarra y se fue del escenario. Los otros también se bajaron y a mí me dio corte quedarme allí solo, y me bajé también. Se quedó Andrés tocando solo. ¿Andrés Calamaro? ¡Pero este tío que cojonazos tiene!, fue lo primero que pensé. Hoy en día se le ve más adylanado. De todas formas, Andrés es un monstruo y Los Rodríguez han hecho cosas importantísimas. Hicieron algo en un momento en que la música estaba un poco despistada: fundir una cosa que era puramente española con un pop y un rock que tenían mucho que ver con todo lo demás. Me recuerda a canciones como Flamenco, de Los Brincos, algo puramente racial, que rompe, pero que además no la puedes identificar con ningún otro sitio. Encima, el cerebro que está detrás es argentino. No es de aquí, que eso es muy curioso, es un tipo absolutamente osado y lo que me pasa a mí con la verborrea le pasa a él con la música. Está todo el tiempo haciendo música. A Ariel le conocía de antes, coincidimos en un festival en San Sebastián de los Reyes. Ellos venían como Tequila, muy al principio del principio. Nos preguntamos que qué hacíamos: rock and roll, nos respondimos. A Ariel todavía le veo. A veces coincidimos. Y luego Julián, que era un puto monstruo. Era Keith Richards. No solo es que fuese clavado el hijoputa, es que tenía el mismo estilo, pero en español. Un Keith Richards cañí.
Domingo J. Casas (fotógrafo): Una de esas noches del Ambigú en que todo podía pasar, entró Andrés y me dijo: «me acabo de casar, te presento a mi mujer». Y les tiré las fotos oficiosas de aquel enlace. Unas fotos que a los pocos días regalé a Andrés yo mismo. Eran diapositivas, por lo tanto, no guardo ninguna copia. Andrés quizá las conservará. No le pongo fecha a eso. En estos tiempos de los que hablamos los proyectos nacían en una noche. Recuerdo una en el Ambigú que dije: «voy a hacer un disco mío que se va a llamar Domin y amigos». Estaba Joaquín Sabina y me dijo que él se encargaba de una canción; Álex de la Nuez, también allí presente, dijo que él hacía una de las músicas; y había alguien de una compañía y soltó: «yo lo saco sin dudarlo». En fin, que esto era así. Había cosas que llegaban y otras que se iban como la noche.
Virginia Díez (entonces coreógrafa y bailarina de Malevaje): Malevaje a veces parábamos por el Ambigú. Y ese día estaban todos allí. A Ariel ya le había visto en alguna ocasión, en algún concierto. A Tequila le tenía cierta manía. En la época que existía Tequila yo cantaba con las Pelvis Turmix, con Isa Speedy y gente de los ochenta de la época del Rock-Ola. Tequila era algo comercial para nosotras y, por lo tanto, no nos caía muy bien. No nos conocíamos más allá de haber pasado al lado el uno del otro en algún concierto, sin más. Empezamos a hablar Ariel y yo. Luego, se acercó a mi Julián y utilizó toda su jeta para ligar. Me habló de la muerte de su padre, de lo hecho polvo que estaba por ello. En un momento dado le pregunté a Ariel lo del padre de Julián y Ariel me dijo que sí, pero que hacía ya unos años que había pasado, ja, ja, ja. El caso es que volví a la charla con él y ya nos empezamos a reír, a conocer más… Tanto, que estuvimos juntos los cuatro años siguientes. Los Rodríguez estaban empezando, no habían sacado todavía el Disco pirata.