Precedido (y unido) al primer libro de Marc Ros, vocalista y guitarrista del grupo, el primer trabajo discográfico con temas nuevos de Sidonie desde 2016 es un canto a la inocencia tamizado por los saberes y estares de la madurez. Una especie de viaje desde las sienes plateadas a la despreocupación de los colores pastel, las olas batientes y los primeros amores, cuando no había que preocuparse de la factura de la luz o la hipoteca.
Qué: Disco (Sony Music)
¿Quieres taza de caldo? Toma dos. ¿Quieres ponerle banda sonora a tus recuerdos? Veintitrés canciones que, con un poquito de suerte, hacen ese trabajo para ti; muchos han tenido ya esa suerte, otros muchos la tendrán, y cuando el catalizador es de este calibre, lo que pudo haber sido lugar común es amanecer glorioso para disfrutar en armonía. Vuelve Sidonie, algodón de azúcar que no empalaga, rubor de contentura a las mejillas en un tiempo tan gris que cuesta imaginar otras tonalidades.
El Danzad, danzad malditos de Pollack fue en 1969 un contrapunto involuntario a Woodstock, el reverso oscuro del verano hippy de Berkeley que, dos años antes, había descubierto colores nuevos en la cotidiana aparición del sol estival. Vuelve con un disco doble que sale y regresa al libro del mismo título que Marc Ros, guitarrista y cantante del grupo, sacase hace unos meses.
Medio siglo más tarde, tres catalanes reclaman su derecho a pasear el gen disfrutón, el baile «desosé» (ojo, Toulouse-Lautrec) y la mirada limpia al pasado que está en el Revolver de los Beatles disparado al oído de un adolescente, el Tommy de los Who y la psicodelia hedonista del swinging London que tan bien encarnó la banda en sus primeros pasos, hace ahora un cuarto de siglo. El futuro, que se dibujará sobre la marcha, tiene pinta de seguir siendo hermoso para ellos, por encima de toda contingencia apocalíptica.
El idioma dejó de ser un elemento de juicio hace mucho tiempo a la hora de analizar la creatividad de Sidonie. En este doble álbum hay castellano, catalán e instrumental; los acampanados chicos de la playa invocan las Buenas Vibraciones, se solazan en la bravísima costa gerundense con Cadaqués, Port Lligat o Cap de Creus (porque al llegar a la bahía de Rosas, la cabeza de Marc Ros se llena de azul) y juegan en un par de cortes con la magia de Kimberly Tell (actriz de Planeta 5000), además de aliarse con Miri Ros (sí, la hermana de Marc: canta bonito) en la maravillosa rendición del Gracias a la vida, que la mismísima Violeta Parra hubiese aplaudido con entusiasmo. Porque Sidonie es emoción, sonrisa burlona, candidez y, cuando se tercia, cachondeo directo como ocurre en ese sublime Ragatón que asoma, con sitar incluido, en este trabajo. Ahora que ya es otoño, ese Verano del amor sienta mejor que nunca: ¡ya suenan los tambores, siente la vibración!
El regreso de Abba, el libro, es el debut literario de Marc Ros. Una sorprendente y cautivadora novela generacional que habla sobre la amistad, la creación musical y el final de un verano en Cadaqués. Está editado por Suma de Letras. Puedes leer un fragmento aquí.
