No cabe duda de que Maria Rodés se ha convertido en una de las figuras más reconocidas e interesantes que nos ha ofrecido el meridiano entre heterodoxia onírica folk y pop, en el Siglo XXI. Para seguir esta tendencia, qué mejor que esta, aparente, pequeña delicatessen titulada Lilith, inspirada en el mundo de las brujas.
Qué: Disco (Satélite K)
Para empezar, hay que entender que estamos ante un trabajo conceptual que parte de la historia de Lilith, figura del folclore hebreo considerada como la primera mujer de Adán, que abandonó el Edén para irse con los diablos y convertirse en bruja. La razón de esta decisión parte de negarse a ser sometida por Adán. Luego llegaría la sumisa Eva, y esa es la historia de la que nos ha tocado aprender…
Bajo esta premisa feminista, Maria Rodés se sirve de este encargo realizado por el Festival de Arte Sacro de Madrid para dar rienda suelta a un manifiesto fantástico donde mitología y costumbrismo mágico se entremezclan entre canciones como las memorables Seguramente fui yo y Carta al diablo, eje central de estas nueve piezas donde el dream folk de Pelo rojo convive fácilmente con los tristes aires fronterizos que recubren cada átomo de Con los pies desnudos.
No hay refugio para la rutina en semejante crisol de variables en torno a la mente juguetona de Maria, capaz de hacernos reír con la muerte e inyectarnos todas las conclusiones que extrajo del estudio previo que realizó sobre los libros de la parte feminista de las brujas. En base a esta motivación, afloran estas viñetas de oníricos contornos folk en las que su voz fluye mercurial e ingrávida, tal que en la fabulosa Oscuro canto, uno de los pilares de este pequeño gran disco. Otro más.