Que el prolífico Joe Crepúsculo haya titulado su nuevo álbum como una especie de segunda parte de Supercrepus (2008), su trabajo más icónico, no es más que una llamada de atención para todo el que piense que el azote pop barcelonés no ha vuelto pisar la senda de la excelencia desde aquella.
Qué: Disco (El Volcán)
Y es que Supercrepus II poco tiene de aquel disco mítico, más allá de inspiración a raudales y una vasta colección de canciones para el recuerdo. De Calaveras negras a El imperio de la realidad, lo que aquí nos topamos es una suerte de colección policromática de sus poderes, con el formato banda como eje central de sus operaciones, mediante el que mana un caudal de nuevas perlas a recordar.
Así sucede con Te brilla la cara, la canción que habría soñado escribir Duncan Dhu. Por su parte, en No sé si es amor se marca una de las versiones más chiripitifláuticas que se hayan realizado jamás, nada menos que una del It Must Have Been Love de Roxette, para la cual se acompaña de Tomasito en una adaptación rumba pop que traduce la épica edulcorada de la original en irresistible brío arrabalero mediterráneo.
Solo por esta última ya estaría más que justificada la existencia de este artefacto mágico, pero es que hay más, mucho más. Como cuando en Discoteca en ruinas nos regala el híbrido soñado entre The Smiths y Felt. Poca broma para un ladrón de guante blanco que, a lo largo de estas diecisiete canciones, toma su imaginario pop y juega con la suficiencia habitual para hacerlo suyo, a la vez que moldea su London Calling (1979) particular.
En resumen, el trabajo más completo y variado hasta la fecha de Joe Crepúsculo, y seguramente uno de esos tres o cuatro trabajos imprescindibles que tendremos que recordar cuando ponga freno a su fantástico e irreverente carnaval pop.