Precedido por un inesperado hit subterráneo como Se siente así, el sexto disco de los 107 Faunos concentra el gesto de su indie-rock. La batería al frente. La voz desaliñada. El arañazo existencial.
Qué: Disco (Laptra/Primavera Labels)
La historia del rock argentino tiene miles y miles de bandas, pero ninguna se había tomado el trabajo de invocar tan deliberadamente el espectro del primer Pink Floyd. Nadie hubiera apostado por los 107 Faunos, pero ahí están los últimos tres minutos y medio de su nuevo disco. Cuando la fantasía acabe suena como si el extático Syd Barrett se hubiera puesto una manga de su chaqueta en el Swinging London y la otra manga en La Plata durante el Año de la Pandemia.
Producido por los propios Faunos, El ataque suave fue grabado y mezclado entre los estudios Romaphonic y Resto del Mundo durante la segunda mitad de 2019. Ni en los pronósticos más apocalípticos podíamos suponer que nos íbamos a pasar buena parte del resto del tiempo encerrados en nuestras casas. Bueno, el Gato Sisti Ripoll canta si lo hubiera tenido clarísimo: «el año pasado estuve preparado, pero ahora no».
Como si fueran un auto en un túnel de prueba, los 107 Faunos perdieron varias cosas en el camino de los últimos meses. Instrumentos, voces, integrantes, algo de público. Una idea más caótica de la dinámica. Si bien siguen siendo desaliñados (ya no debería ser necesario justificar sus proverbiales «desafinaciones»), parecen haber concentrado el gesto de su indie-rock en algunos puntos. La batería de Felipe Quintans bien al frente, por ejemplo. El celular bajo la almohada de Mora Sánchez Viamonte. La modulación que, promediando Se siente así, convierte una buena canción en una canción inolvidable.
