A realidade enganosa supone el debut en largo de Néboa, uno de los proyectos más jugosos que nos propone la heterodoxia pop de nuestros días. Quilómetro cero de una ruta embocada hasta los límites de la frontera pop.
Qué: Disco (Raso)
En estos últimos años, el sello discográfico Raso se ha convertido en una las fuentes de abastecimiento más generosa en proveer de proyectos plenos de identidad propia. De Baiuca a Xosé Lois Romero, ofrece algunas de las inflexiones más vanguardistas dentro de lo que es la música tradicional gallega. En base a esta línea de acción abierta, ahora es cuando llega el momento de Néboa, grupo también proveniente de tan boyante generación atlántica de nuestros días, en la que también destacan Ortiga o LaMontagne & PicoAmperio, entre otros muchos.
Néboa parece haber surgido como una especie de versión multicolor de lo que en su momento significó el único LP de Apeirón, el anterior grupo del inimitable Emilio José. Con la indietrónica como eje de rotación, sale a la superficie embadurnado de saudade norteña, como en el requiebro jazzístico que aflora en Sácame do centro. En otras como Límites, la columna vertebral de este artilugio, se muestra colindante con la tristeza otoñal de grupos vascos del Donosti Sound noventero, tal que los siempre reivindicables Le Mans.
En un punto más concreto de rúbrica personal, si por algo destaca la capacidad de Néboa para imponer autonomía es por su intuición orgánica para mezclar lo digital y lo acústico en un híbrido digno de estandartes de esta concepción, como These New Puritans o Dirty Projectors. A este último grupo es al que recuerda de manera más transversal, aunque también a iconos del folk gallego, tal que Emilio Cao. Eso sí, siempre dentro de una forma barroca de recordarnos la fantasía de cómo sonaría High Places si hubiera surgido en Galicia tras una obsesiva sesión de pop electrónico experimental noventero. Sin duda alguna, ambrosía para estimular nuestros sueños más imaginativos.
