Sarasqueta, cantante y compositor vasco radicado en Argentina, sorprende con su primer álbum como solista apoyándose en sus cualidades para componer canciones y en un destacable espíritu autogestivo.
Qué: Disco (Independiente)
Julen Giménez Sarasqueta nació y creció en el País Vasco hasta que en 2006 se trasladó a Buenos Aires. De estas influencias encontró la síntesis artística que plasma en su primer álbum largo como solista luego de estrenar en 2019 el EP La pesca de hoy.
Con una cadencia fresca y personal, bien podría colocarse en el radar de los que se dejan seducir por las atmósferas de Nacho Vegas. Además de haber escrito nueve canciones para escuchar de una sentada –a esta altura, una búsqueda casi exótica y en peligro grave de extinción– el mérito es doble al poner foco en la producción autogestiva del disco: Sarasqueta compuso, tocó y produjo el álbum por cuenta propia.
Hay un puñado de canciones que refuerzan la idea de que Sarasqueta es un trovador en ciernes: la susurrada Traducer, la épica romántica de Natalia en los diarios y el homenaje a la novela cumbre de Ray Bradbury con F451 (el despertar de Guy Montag), en donde el autor navega en matices más oscuros.
Sin embargo, Otra vuelta en la montaña suiza prescinde de la urgencia para cumplir una vieja premisa gestáltica: el todo es más que la suma de las partes. Motivo suficiente para darle play al menos una vez.