El grupo logroñés Espanto presenta Cemento, su quinto álbum, que le catapulta entre las grandes propuestas pop de este año en España.
Qué: Disco (Austrohúngaro)
Seamos claros, hay discos que por sólo una canción ya justifican su existencia. En base a este razonamiento, una obra de arte vainiquera como La estatua es más que suficiente aval para demostrar la excepcionalidad de Cemento, nueva floritura en la ya de por sí rica discografía de Espanto, dúo conformado por Luis y Teresa.
Pero hay más, mucho más, en un trabajo que funciona como despampanante compendio de todas las caras estilísticas de tan brillantes funambulistas de la materia pop, protagonistas de una evolución que brotó en cultivo acústico de dibujos animados, luego jugó con los significantes rock y terminó abrazando la ortodoxia sinte.
Todos estos rostros tienen cabida en esta docena de canciones: desde la pulsión ramoniana sinte de Fotos con las autoridades al punto Tom Waits circense de Teníamos. También hay cabida para recuerdos a la saudade Le Mans, con una pizca de rumba y un tono de salsa, desplegados en la memorable de Fiesta sorpresa. Pop caleidoscópico que busca el bálsamo antes que el impacto de las formas directas. Así es en la hipnosis acústica de La visita, pero también en el candoroso pop colorista transalpino, a lo Lucio Battisti, que se articula en Ragazzi i noi.
En realidad, da igual adonde apuntemos, la savia destilada siempre emerge inspirada y curativa, despliegue simpar de pop reconstituyente, armado con un imaginario lírico tan original como lo son estas demostraciones de la escuela santonjiana, capaz de desarrollar una canción en torno al roce de la piel contra el cemento o cómo disparar la imaginación que surge de las ausencias urbanísticas de nuestro día a día. O lo que podríamos definir como pop azconiano del Siglo XXI. Sencillamente, único y absolutamente necesario para estos tiempos de lugares comunes y repeticiones varias.
