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jueves 21 de noviembre de 2024

Con estreno simultáneo en todo el mundo gracias a Netflix y proyectado igualmente en un puñado de salas de cine, el repaso documental a la historia de Héroes del Silencio conmueve a los incondicionales, cautiva por su montaje y revela muchos datos e imágenes desconocidos por el gran público. No hay omisiones, sino acento en determinados momentos y situaciones; un filme de apuesta que se nutre del punto tragicómico para mantener con acierto la atención.

Qué: Película documental (disponible en Netflix)

Alexis Morante lleva algo más de una década como hombre de confianza de Enrique Bunbury en el terreno audiovisual. La relación se ha cimentado en dos grandes documentales, dos docenas de videoclips y, lo que es más importante, el desarrollo de una complicidad absoluta en la forma y el fondo de los trabajos compartidos.

El algecireño tiene la libertad creativa que ansía cualquier realizador, y el zaragozano el tino necesario para sugerir y proponer sin excesivas injerencias. Sin embargo, no hay que confundir el universo Héroes del Silencio con el planeta Bunbury, aunque el cantante y compositor fuera sin duda la imagen del grupo en sus doce años de trayectoria oficial (de 1984 a 1996) y también en la gira del reencuentro acaecida en 2007. Pero no, no es lo mismo ni es igual. Confundir el asunto conduce a error y cabreo monumental entre los millones de seguidores de ambas referencias.

En esta ocasión, las voces se reparten de manera casi alícuota entre los cuatro miembros históricos del grupo, con espacio para el mexicano Alan Boguslavsky (en Héroes entre 1993 y 1996), el mánager Pito, los críticos musicales Matías Uribe y Diego A. Manrique, el productor y miembro de Roxy Music Phil Manzanera, el también productor y miembro de Olé Olé Gustavo Montesano y una muestra más que suficiente de testimonios surgidos del primer nivel de cercanía del grupo en determinados momentos de su trayectoria.

Héroes del Silencio

El documental es brillante. El arranque, las continuidades (de las convencionales a las originales, incluyendo la estética «toma falsa» con maestría), el anecdotario, las imágenes inéditas hasta ahora que registrase el guitarrista Juan Valdivia en las primeras giras nacionales y europeas, los hilarantes comentarios del propio Juan y del batería Pedro Andreu ante las diferentes situaciones descritas, el poso sereno del bajista Joaquín Cardiel y, por supuesto, el retrato de Bunbury en todas sus vertientes, desde la chulería adolescente a la firmeza en las decisiones musicales; un factor que primero se hizo frente a una incomprensión ajena, como equipo, y que a la postre, precipitaría internamente el «hasta luego» de la banda, un hiato que se hizo barbecho y acabó convirtiéndose en adiós (aunque nunca se haya hablado oficialmente de disolución, ojo).

Morante no se autocensura. Pasa por encima algunas épocas, sobre todo la gira de 2007, y también acierta en eso aunque moleste a algunos de los fans más recientes; guarda una proporcionalidad con la propia dimensión de la historia y se refleja en su justa medida. La nostalgia está bien empleada, sin barroquismos, y todo el esfuerzo se consagra a aterrizar la historia, al plano mundanal (que no mundano) de cuatro tipos de Zaragoza que se juntaron de chavales para que su música llegase a todas partes.

Héroes del Silencio. Héroes: silencio y rock&roll

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