El dominicano Álex Ferreira sigue avanzando por la música de Pangea; cuanto más reivindica sus raíces caribeñas, más diverso suena; camina que camina, paso a paso, con la elegancia del crooner libre de envaramiento, Ferreira brinda en diez canciones otro poquito de su alma, se deja la vida (otra) y sigue teniendo siete.
Qué: Disco (Mediaisla)
Álex Ferreira sale de la isla (mediaisla) de Juan Luis Guerra, echó los dientes en Madrid, donde se americanizó un poquito más gracias al efecto Drexler, arrancó para CDMX y ahí es la cosa desde hace tiempo; el «pana» se ha hecho panamericano de verdad, todos los aires le riza el alma y a todos gobierna con notas de seda, soltando el sazón criollo en las dosis justas para que el guiso no sepa a lo de siempre. Toque personal, le llaman.
Como viene se va, el arranque, es una curiosa mixtura en la que gotea el candombe, el merengue y el easy listening, con ese guiño indisimulado a Pedro Guerra en el «mézclate conmigo» de Contamíname; la primera bocanada de un suave vendaval motorizado por canciones tan sorprendentes y redondas como Playa Madama, una de las que quedará de esta Tanda, o la magnífica balada Una fecha en el calendario, oda al México que le alberga con un guiñito al Cibao de sus entretelas, a la jacaranda que es flor, sándwich y licuado a un tiempo para quienes transitan por las carreteras dominicanas.
Iba yo pasando es el rara avis del disco, una rola que podría formar parte de la banda sonora de una peli gringa de los 80 en clave latina. Álex nos recuerda que este mundo es un suspiro en La vida es un chin, afrobeat de poderosa coda instrumental, y remata la jugada con No se rompe, la canción mascarón de este trabajo, un bolero de este siglo. Ahí se desparrama el poeta, se agolpan los sentimientos, se minimaliza la instrumentación para desviar lo menos posible la atención de la acuciosa voz de Álex, que se sirve de la clave al fondo (plá, plá, plá, plaplá) para reflexionar sobre los finales con el calor del enamorado y, si se tercia, la frialdad del informático que resuelve los bloques con el reinicio.
Por cierto, el disco acaba con la madre de Álex hablando sobre la salsa de tomate. Pocos lazos mejores habrá para un regalo.