Llega el tercer álbum de Ganges, artista cántabra que con este trabajo pega un salto cualitativo de aúpa por medio de una demostración altamente placentera, y otoñal, de pop digital ultra intimista.
Qué: Disco (Independiente)
Únicamente ocho canciones han sido más que suficientes para poner las cartas sobre la mesa de una clara evolución sonora hacia las matemáticas del menos es más. Y Ganges lo hace por medio de una imaginativa paleta instrumental, capaz de integrar exotismo oriental, como en la titular del álbum, como de jugar con estructuras ambient en Domingo imaginario, para la cual se alía con Casero.
Por momentos, la bruma sinte puede llegar a tener ecos de Portishead, tal que en Ya no te quiero, uno de los cuatro singles de adelanto que sirvieron para adentrarnos de lleno en la madurez musical de Ganges, que también nos recuerda al sonido Bristol en las percusiones digitales, a lo Ponderosa, en 6º.
El resto del metraje sónico es materia abierta a los experimentos realizados por una artista ducha en aquello de traducir investigación en moldes ultra pop; en este caso, casi esotéricos, por momentos. Síntoma de una clara fijación por la estética bedroom pop.
Por medio de su gaseoso canto aterciopelado, crecen melodías que invitan a buscar la magia de nuestros pensamientos y anhelos diarios. Hacerlos realidad es una necesidad pregonada desde el mismo arranque, con Ojalá fuéramos amigos, otra de las piezas que han servido para presentar este notable LP, que también subraya la (sana) tendencia actual a reducir minutaje en las propuestas discográficas a treinta y tres revoluciones por minuto.