Hace ya siete años que Karen Koltrane comenzó una trayectoria guadianesca, enaltecida con trabajos tan recomendables como Plantas de interior (2014) y Álbum (2017), los cuales son superados en este tercer envite discográfico contra la rutina vital.
Qué: Disco (Foehn Records)
Y es que todo en Movimiento está calibrado al dedillo. Fibra All-Bran, como en El poder ignífugo, donde Karen Koltrane retoma la vía kraut de los imprescindibles Beef. De hecho, no se puede pasar por alto el parecido entre la dicción vocal de Ángel Valiente con la del siempre díscolo David Fernández.
El punto épico que asoma conforme avanza la canción se traslada a la química synthwave que ilumina cada poro de Fin de siglo, pop de altos vuelos que recuerda a los momentos más solemnes y evocadores de las matemáticas Joaquín Pascual. El mismo Surfin’ Bicho hace acto de presencia en el tema titular de este EP: nueva filigrana synthwave que podría colar como banda sonora de una película ochentera de John Carpenter.
Más allá de toda referencia aplicable en esta media docena de cortes altamente emocionales, Karen Koltrane impone su personalidad a través de la medicina más efectiva de todas: litros de inspiración. Los mismos que le sirve para armar artilugios de hipnosis ambient-pop como Mano vapor o en la estremecedora Teorema, mediante la que se marca uno de los puntos cumbre de toda su trayectoria.
Alquimia Joy Division para tiempos de cuarentenas y demás leyes anti-Rousseau, que se combaten con Inteligencia vegetal, última parada de un trabajo que evade la condición menor que impone su formato con un dechado de virtudes altamente recomendables para todo el que siga echando de menos a grupos tan infravalorados de la escena pop española como Mercromina.