Se ha hecho esperar el nuevo álbum de Cabiria, pero ha merecido la pena. Ciudad de las dos lunas es un caramelo irresistible para todo ser necesitado de alquimia ultra-pop en sus venas.
Qué: Disco (El Volcán)
De nombre real Eva Valero, este talento de alias referente a una de las cumbres cinematográficas del gran Federico Fellini, ha modelado once juguetes pop irresistible para los buscadores de ecos magníficos en torno a la religión Mecano y a todo amante de las virguerías chipiritifláuticas de La Casa Azul.
No en vano, Cabiria se mueve como pez en el agua entre estos dos extremos, pero también suma detalles personalísimos como en el saxo planeador y detalles sinte de irresistible apego hacia la escuela sci-fi de Isao Tomita que fija los relieves atmosféricos yacht pop elaborados en Después de medianoche. De hecho, en un corte como el mentado adonde apuntan los tiros referenciales en su dicción vocal es a La Bien Querida. No es casualidad que Sergio Pérez sea el productor de este álbum; un tipo por cuyas manos han pasado Joe Crepúsculo, Svper y la propia Ana Fernández-Villaverde.
Solo por una maravilla como Después de medianoche este trabajo estaría más que justificado. Sin embargo, los reflejos Pet Shop Boys, Moroder, el arrebato disco pop y la melancolía naif electrónica aplicados en cortes tan magnéticos como Si pudieran hablar abren la tapa de la curiosidad hacia las verdaderas posibilidades de una artista de trazo pop al cubo, capaz de mezclar intimismo, citas a Godard y sueños esponjosos en una misma aleación lírica.
Eso sí, la huella de los Mecano tecno-pop es la que rige las constantes rítmicas de pequeñas vetas abiertas al pasado como la pegadiza Vía Torino, en la que incluso asoman guiños a la saudade tecno funk de los New Order de mediados de los años 80.
Se mire por donde se mire, estamos ante un trabajo notable en resultados y rico en pildorazos pop, de esos que tanta falta hacen en tiempos de anestesia emocional (pos)pandémica.
