La joven zaragozana sale de nuevo a la arena con seis canciones producidas por Paco Loco, que destilan clase y savoir faire. Erin Memento posee el alma vieja de Natalia Lafourcade y el punto oscuro de Polly Harvey, pero es ella, no calca ni es calco, y aunque parezca a veces salida de un catafalco tiene luz bajo la negrura, y su voz el dulzor agradable de un postre arriesgado que no abusa del azúcar.
Qué: EP (Independiente)
Tiene Erin Memento un don muy interesante; le sientan bien las comparaciones con gente buena y consolidada. Además, trasciende esas comparaciones y exhibe una personalidad sólida, de artista cuajada, con apenas veinticuatro años y dos EPs a cuestas.
Se le nota que ha trabajado la forma de expresión, y se agradece al mismo tiempo que ese halo de misterio con poso de gente vieja que le adorna luzca natural, producto simplemente de haber escuchado mucho y bien. Dos añitos largos de aprendizaje en el circuito alternativo de Los Ángeles, donde trabajó además como ingeniera de sonido y vocalista de estudio, le sirvieron para quitarse barreras en la cabeza y echar los dientes en la escena.
En este disco se ha arrojado a los brazos productores de Paco Loco, pero no lo ha hecho a ciegas; se le ve nítidamente en las canciones. El compañero de singladura es el adecuado; Paco Loco no tiene un «sonido», sino muchos. Lee a los artistas como nadie, pero tiene el buen gusto de mimetizarse con ellos en vez de llevarlos a un redil común. Erin toca la guitarra con suficiencia y estilo, así que le ha tallado canciones perfectamente defendibles en los directos con el strap al hombro. Y cuando toca redondear más el sonido, especiarlo incluso, ahí están Paco y Erin para lanzar y abrazar las ideas adecuadas.
El EP no se menea mucho, ni falta que hace; lo justo. Las canciones son lo que son: bonitas, por cierto. Tres días lloviendo se apoya en un tempo muy pausado, que ayuda a la letra hasta el punto de que se sienten las gotas en el cristal, independientemente del lugar en el que se escuche la canción; el efecto funciona a pleno sol, en el campo, sin cristales a la redonda.
Dónde estás, no me ves se conecta con la gran Polly Jean, pero también con Ely Guerra; Erin teje las frases con la técnica del punto alto para crochet, ganchillo con soltura. No! No! No! No! Es el tema que más ha sonado en avanzadilla; exuda la madurez arriba descrita, y tiene un indudable atractivo para las radiofórmulas sin haberlo buscado, otro punto a favor. De ahí en adelante, el EP se pone crepuscular: Muerta de frío es una balada que rompe esquemas, de títulos de crédito en película que acabó mal, y Billie 2000 evoca un paseo por el bosque en bruma.
El cierre llega con No te olvides de mí, otra avanzadilla (salió en abril del año pasado) que presentó en un hermoso desenchufado, en el garaje del programa televisivo Abbalancha. Una canción que pudo haber compuesto después de una tarde de cañas con Liz Phair y la mentada Natalita Lafourcade, la prefolk, hablando del desamor y compartiendo vivencias.
¿Y entonces? ¿Es Erin un cometa Halley, una perseida? No, porque no tardará ochenta y seis años en brillar, ni siquiera doce meses, y no aspira a convertirse en hada. Y no, lo que hace no rompe, no es algo nunca visto, no busca ser diferente, no le atenazan tontos sueños de trascendencia enciclopédica; te sonará a muchas cosas, pero la compras, porque hechiza. No imposta, es. Y será.