Tras tres años plenos de actividad, Niña Polaca llega a su segundo asalto discográfico concretando objetivos, minutaje, sonido y carácter en una destilación fundamental de su libro de estilo.
Qué: Disco (Subterfuge)
No debe ser fácil subsistir y destacar dentro de la desmesurada oferta indie de nuestros días. Con el fin de llegar a algún puerto con nombre propio, Niña Polaca da el do de pecho en Asumiré la muerte de Mufasa, crisol de sus mayores virtudes; sobre todo, cuando más allá de la bilis punk de canciones como Pdr Snchz saca a la luz su lado más luminoso.
Eso sucede en Nora, una de las piezas que dignifican el uso de la plantilla pop-rock en tiempos en los que el trap se ha convertido en el pop del Siglo XXI. En la emoción alojada en un corte como este, nos topamos con el eco de La Habitación Roja más épica. Dicho rasgo se puede rastrear en el resto de unas canciones que cuando se impregnan de un diálogo alambicado en los extremos del amor/desamor revierten en sus momentos más brillantes.
Puntos fuertes como Joaquin Phoenix incluso llegan a recordar a Loquillo, destilación del rock pasional del que también hace uso la banda para dar con el esqueleto de un ramillete de cortes ornamentados con una producción que, en ciertos momentos, llega a ser barroca. Y que, ante todo, no hace ascos a cualquier detalle que pueda subir la graduación emotiva de unas canciones ya de por sí suficientemente emocionales.
Tampoco falta la vena crítica humorística, desplegada a mayor gloria de un cierre como Magaluf, tema en el que se suma Ginebras para alumbrar uno de los momentos más sembrados de tan notable ejercicio pop.