Ya había ganas de escuchar el primer trabajo largo de Ronroneo. Tras cuatro adelantos que son pura ambrosía pop de autor, el flamante fichaje del sello Raso Estudio nos regala Autoerótica, la punta de un compás de arco amplísimo.
Qué: Disco (Raso)
Desde que arranca con la cósmica sci-fi ultra onírica de Amanecí en el lago, queda claro que no estamos ante un autor habitual, sino ante un alquimista de la palabra visual, expuesta por medio de imágenes como «era yo el cisne, era yo el árbol», a través de las que Ronroneo nos implanta un chip lisérgico en la mente nada más empezar.
El cauce abierto con una entrada de tales propiedades aerostáticas se hermana con el folk semi espectral de Conciencia universal. Y es que, más allá de la diversidad estilística mostrada en todo momento, lo que siempre subyace es una motivación ensoñadora en la producción instrumental. Detalles que van de la percusión mínima que, literalmente, flota en Ya no queda paz a los modismos bedroom pop tejidos para Recaída.
Otro gran ejemplo de esta tendencia es Simplemente soy, cierre modélico a un trabajo donde la psicodelia se diluye entre notas maceradas en folk crudo, y la sensibilidad de Ronroneo aflora a través de sonoridades de efecto ensoñador, tal como en los punteos cristalinos que cierran esta última canción, con un efecto hipnótico que suena a híbrido imposible entre Sen Senra y Roldán.
Desde un plano menos metafísico, emerge el canto interior, en folk sepia, de Plegaria e Inmensamente frágil, aunque en esta última, en ciertos pasajes, nos transporta a Joe Meek, de haberse empapado en la saudade del bolero. En este caso, matizada por el viaje por Argentina, Bolivia y Chile que este gallego transoceánico realizó en 2018. Ambrosía de una voz con alas para crecer y crecer en el futuro. Por lo de pronto, este Autoerótica se postula como uno de los debuts más prometedores que nos ha deparado este 2021.