En su quinto LP, Club del Río se postula como una formación especializada en hacer folk aéreo, con las ventanas abiertas a toda clase de brebajes estilísticos, que la banda mimetiza en un grupo de canciones sin amarres ni anclajes terrenales.
Qué: Disco (Independiente)
Publicado tras la suma de las dos partes estrenadas de forma digital, Lejos (compuesto de ocho canciones que se estrenaron en febrero) y el flamente Contigo (de seis canciones), Club del Río ha conseguido trazar las líneas maestras de su cartografía folk en un trabajo denominado por la apertura de unas melodías que respiran por todos sus poros. Así queda plenamente corroborado desde Surco agradable, primera muesca de este artefacto, donde la banda hace trasvase de la proyección onírica de la música fronteriza hasta una pulsión de ritmo latino, altamente infeccioso.
La ruta marcada por este primer corte define la actitud adoptada en el resto de canciones que conforman este trabajo, siempre impredecibles en sus giros e inflexiones instrumentales. En este sentido, el grupo se hace poderoso a través del blues inmaterial, barroco, con el que afronta el profundo retrato naturalista de Diez lúnulas, sin duda, una de los picos de inspiración más altos del álbum. Por su parte, en Resurgiré aboga por sonoridades acústicas a baja fidelidad, brotes esqueléticos folk, donde los punteos son tan cristalinos que se podrían disolver en agua.
En todo momento, las canciones brotan en modo cinemascope, abriendo grandes claros de espacio que redundan en construcciones de gran fragilidad, envueltas en un fino halo de psicodelia ensoñadora con la que se plasma la denominación de origen de un trabajo que, seguramente, llevará a Club del Río a su punto más alto de reconocimiento.