Buscando avivar la llama creativa en un sistema capaz de demoler cientos de sueños, la chilena Natisú entrega en su tercer álbum nueve canciones claroscuras atravesadas por la nostalgia y el hastío, pero también –y sobre todo– por la fuerza y el amor que florece dentro una comunidad en tiempos difíciles.
Qué: Disco (Independiente)
El capitalismo puede ser terrorífico. La vorágine a la que nos somete puede aplastar, adormecer, activar el piloto automático sin que siquiera nos demos cuenta. Hacerle frente es difícil, pero a veces hay que ponerse la camiseta y Natisú, música chilena recientemente galardonada como mejor productora musical por los Premios Pulsar 2021, está empeñada en hacerlo a través de sus canciones.
Hay un fuego (2021) es el sucesor de La historia (2014), y la transformación es tan gigante como natural. El germen electrónico que se mostraba delicado en la entrega anterior hoy pasa a ser protagonista y clave en la construcción de atmósferas experimentales e inquietas que parecen querer simular la multiplicidad de estímulos y voces con las que todo sujeto debe lidiar día a día.
Huracán, el tema inicial, Una isla y Nadie sabrá mi nombre son una buena muestra del juego con sintetizadores, glitches y ritmos algo esquizofrénicos con los que Natisú levanta paisajes nostálgicos y reafirma su amor por un electropop oscuro y con aires rockeros.
Por otro lado, canciones como Paisaje (con la colaboración de Benjamín Walker) o Amores, funcionan como una declaración de principios: la revolución no funcionará sin ternura. El espacio que la compositora junto al productor Iván González le dan aquí a las voces y a sus melodías suaves y envolventes, llevan a ambas canciones a cálidos climas pop que nos hacen abrazar la idea de que, en medio del caos, y cuando creamos que está todo perdido, el amor es, probablemente, lo que nos mantendrá de pie y unidos.