Javier Menéndez Flores escribe en Madrid sí fue una fiesta un diccionario ácrata y dadivoso de una época. Cincuenta entradas para la A y una sola para la W, la de Warhol, claro. Entre medio la M de Madrid. Marmita de proyectos efímeros y reciclaje acelerado en el cromatismo del fin de siglo español: desde el negro averno hasta el rosa daltónico.
Qué: Libro (Libros Cúpula)
Nos apasiona descubrir que alguien grabó Ana no duerme de Almendra en las catacumbas de una ciudad que se desperezaba, entre neón y grisú exhalado por los emigrantes que seguían llegando como olas al único lugar de España libre de mar. Amagar con recuperar la programación televisiva, armada con arco y piedras, pero capaz de ser delirante y censurada casi sin solución de continuidad.
El periodista y escritor madrileño Javier Menéndez Flores, que viene de la parte callejera y lírica, sabe que, sin el mestizaje geográfico y estilístico, sin los Sabina y los Mecano, sin Ramoncín o los niños ricos que viajaban a Londres con el dinero paterno, el crisol capitalino no hubiera sido tan burbujeante.
Eduardo Benavente jugando al billar en vez de escribir letras sórdidas, los macarras de Barcelona, con sus patillas y sus tebeos de Nazario o los gallegos, salvajes y líricos a la vez, todo junto, atrapado entre dos tiempos, como ámbar de mitología agridulce.
Sin el final de los 70, cuando los ojos se empezaban a encender de morfina y mistol, y la dinamita de éxito y cocaína de los 90, los años de la Movida hubieran acabado al situacionismo propio de la imitación londinense o neoyorkina. Mientras el artista voraz quiere epatar al mismo público al que ruega que compre sus discos, en Buenos Aires los clics modernos se ponían en marcha y aquí el único que se enteraba era Miguel Ríos.
Es valiente Javier con este libro, evita los lugares comunes y coloca la lámpara de manera que ilumina esquinas hasta hace poco prohibidas, desde José Luis Perales a las formas lascivas de Joe DeAlessandro. En una sociedad que se amamantaba de las negritas y el postureo antes de que existiera el término, Javier no ha escrito otro libro sobre La Movida, tampoco «El libro» de la Movida; ha escrito su libro sobre La Movida, un ente que tenía algo de cinta de Moebius, de escaleras de Escher: alimentándose de sí misma hasta el infinito, hasta hoy, desde ayer, hasta mañana.