El segundo álbum de la banda limeña Hit La Rosa, lanzado casi en los estertores del año que pasó, supera en prácticamente todos los aspectos a su notable debut del 2017 y proyecta al conjunto de la enigmática Chaska Páucar como otro acto peruano al que nadie debería perder de vista en el futuro inmediato.
Qué: Disco (Independiente)
Ha transcurrido poco menos de un lustro desde la aparición de su álbum de debut y, desde entonces, la banda limeña que define su estilo como «psicodelia tropical» no ha dejado de profundizar y enriquecer su vínculo con los dos elementos que forman aquella «ecuación».
Así, Ceres entrópicos, su segundo disco de estudio, no solo explora una paleta sonora mucho más amplia, que parte de la simiente inagotable de la cumbia peruana (amazónica, norteña, etc.) para acometer felices incursiones en otros géneros tropicales, como la salsa o el bolero; sino que es decididamente más experimental y lisérgico –léase, psicodélico– que su lanzamiento previo.
Aunque Hit La Rosa y su Gran Unidad Tropical ya había presentado a Chaska Páucar como una cantante de una voz singular, indefinible y extrañamente seductora (con un registro que, inicialmente, poseía algunos rasgos en común con los de las colombianas Li Saumet, de Bomba Estereo, y Lido Pimienta), Ceres entrópicos es un testimonio de su fascinante evolución como intérprete. De hecho, uno de los pocos reparos que podrían hacérsele a aquel disco de 2017 es que la voz de la cantante muchas veces cedía su protagonismo a las extensas divagaciones instrumentales de sus compañeros en la banda.
En Ceres entrópicos, en cambio, el equilibrio entre las intervenciones de Páucar y el resto de Hit La Rosa –Alfredo Coll en la guitarra, Darío De La Cuba en el bajo, Rubén Guzmán en la percusión y Martin Del Prado en los teclados– es total y se expresa en canciones más breves, en promedio, con respecto al álbum previo, pero siempre contundentes, que funcionan maravillosamente para desatar el cuerpo en la pista de baile y acariciar el espíritu con sus adictivos arrebatos de tórrida psicodelia.
La vocación de la banda por conciliar ritmos, géneros y temperamentos también se manifiesta en cortes como La marea –que rompe fuegos con una introducción bolerística para luego flirtear con la salsa y la cumbia de siempre– o el frenético Las ratas, en el que Hit La Rosa estira el alcance de su catálogo de referencias para aproximarse al (post) punk, mientras Páucar, en otro alarde de versatilidad, se luce frente al micrófono como una auténtica riot grrrl del trópico. Un álbum irresistible.