En Huaco retrato, Gabriela Wiener regresa a su Perú natal tras la muerte de su padre para descubrir que en su biología se encuentra impresa la herencia del expolio y la conquista. Abre las arterias de su familia a través de la historia que abarca ciento cincuenta años de historiografía mezclada con lo afectivo. Obra magna donde la exploración ancestral impulsa una reivindicación reparadora.
Qué: Libro (Literatura Random House)
Un libro que es una estatua, un recuerdo olvidado en un sepulcro, unas páginas donde los más antiguos aliados son el polvo y el olvido que nunca termina de enterrarse del todo. Es por eso que cuando leemos una historia como Huaco retrato nos damos cuenta de que la literatura con raíces en la tierra y la sangre tiene siempre algo de espejo roto, de piezas que caídas en el suelo, se recogen y, al pegarse, devuelven una imagen deformada, una narrativa intensa donde cada esquina esconde un corazón devorado o un monstruo solitario.
La línea de la sangre como guía hacia el conocimiento de uno mismo, árboles genealógicos como raíces que se hunden en la tierra y que nos hace dudar de su condición de mala hierba o de herencia mestiza. Gabriela Wiener nos muestra en Huaco retrato un continente como un museo, pleno de luz artificial y placas explicativas con datos fríos que tratan de ocultar una sed insaciable: deseo, poder, expolio… gloria.
Esa exploración de sus ancestros hace de la obra de Gabriela Wiener el papel de un cronovisor donde la indisoluble y fría genética le confiere la autoridad para exigir la reparación de un pueblo maldecido. Al leer Huaco retrato entendemos que la historia siempre tiene un componente transitivo, que las formas de dominación prevalecen, mutando hacia nombres y estratos distintos, pero siempre presentes, ocultos tras unas máscaras perfectas, unos huacos que nos recuerdan que el olvido no es una opción, solo una derrota.