Hace tres años que Blanco Palamera se presentó en sociedad con Promesas, uno de los debuts más estimulantes de los últimos tiempos. Ahora, retorna con un segundo LP que amplia la panorámica de un dúo definitivamente imprescindible para entender el contexto del nuevo pop español.
Qué: Disco (Raso)
Doctorados en el terreno donde música urbana, pop y soul son la misma criatura, los chicos de Blanco Palamera retornan a la primera plana por medio de un trabajo donde afinan su fórmula cuajada en su anterior LP, en el que convergían aura jazzy, temple a lo Le Mans, pulsión r&b y relieves soul de forma sobresaliente. Como si hubieran nacido para hacer de estas cuatro esquinas un cubículo caleidoscópico referencial para sus creaciones pop.
Estos mismos patrones son vertebrados a lo largo de las once canciones que conforman su nuevo LP, un álbum de ambición al cubo para el cual han aumentado la apuesta hasta momentos reminiscentes al Stevie Wonder funk como No juega. Este es uno de los puntos fuertes de un trabajo para el cual también estructuran atmósferas de profusa condición onírica como Adentro.
Sea cual sea el tema abordado, siempre aflora una intención por hibridar la autonomía de su firma, siempre minimal, y la búsqueda de matices que la enriquezcan mediante detalles diferenciadores. Esto es lo que sucede en la saudade acústica que se marcan en Días mejores, un corte que, por otra parte, también juega con los significantes del funk progresivo, en una excitación constante de bajos ultra orgánicos.
Ejemplos como este último definen la ampliación del punto bailable alcanzado en un ramillete de cortes que amplifican todo lo apuntado anteriormente, ya sea a través de grooves estilizados o guiños a boleros del Siglo XXI. Se mire por donde se mire, una gesta que pone al dúo compostelano Blanco Palamera en el grupo en cabeza del pelotón pop español actual.