El debut de Marta Gordo en la novela viene de la mano de Jonás Trueba y su aventura como editor invitado de Caballo de Troya. Todos deberíamos romper dialoga con la cotidianidad trágica de una ruptura para generar una íntima empatía entre el lector y la autora. Una ruptura sentimental en la que para explicar el presente se explora el ayer.
Qué: Libro (Caballo de Troya)
Como un viaje a los sueños polares, como el encuentro con las montañas de la locura, atrapado en un romanticismo sacado de las canciones de Jota cuando aún parecía un chico dispuesto a hacerse seis horas de autobús para ir a verte a la playa… Así nos deja Todos deberíamos romper, la primera novela de Marta Gordo, un viaje mil veces recorrido, cubierto de tópicos que la autora desbroza a base de sensaciones atrapadas en lo cotidiano, sonidos que rebotan en paredes conocidas, sabores que son familiares, aunque provengan de otros cuerpos.
Las posibilidades son infinitas después de las trompetas que derrumbaron una historia, arrasando los recuerdos como cimientos que un segundo antes parecían granito sólido y ahora solo nos recuerdan a la argamasa de mala calidad que se utiliza en los abrazos forzados.
Al leer a Marta Gordo todos notamos en los huesos la amenaza de lluvia; los dedos recuerdan la sensación de impotencia frente a los restos de comida anclados en un fregadero compartido, los pies fríos y abandonados de Christine Doinel en Domicio conyugal de François Truffaut.
Cámara lenta, plano fijo, una novela en la que la protagonista busca exorcismo y esperanza. Un abismo de extrañeza, de compartimentos estancos que, de pronto, han mezclado los miedos con la realidad. La aventura de Jonás Trueba como editor invitado al frente de Caballo de Troya inaugura su segundo año con una novela donde la vida pone a prueba a la vida. Un manual de supervivencia literaria que es el pistoletazo de salida para la trayectoria literaria de Marta Gordo.
