La esperada primera novela de Tamara Tenenbaum, Todas nuestras maldiciones se cumplieron, es una historia iniciática, de rabia juvenil, que comienza con el atentado antisemita de la AMIA en Buenos Aires a mediados de los 90, detonador de una confrontación entre una hija y una familia judía ortodoxa establecida en una sociedad llena de constricción y sombras.
Qué: Libro (Seix Barral)
El 18 de julio de 1994 fueron asesinadas ochenta y cinco personas en un atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina. Un coche bomba. La vida que se acaba como una botella de Resero. En 1994 Charly García editaba La hija de la lágrima, en su sobre interno el disco asegura que ha sido producido por DIOS. Divinidad una y ocupada en hacerle El Aguante a Charly. Tamara es una niña que vive en una comunidad judía ortodoxa de Buenos Aires. Su padre es un número en esa lista de ochenta y cinco. Su madre reajusta la caja de ritmos de la vida y ella no se acopla a la nueva secuencia.
Tamara Tenenbaum nos entrega una novela de iniciación, donde se mezcla el desconsuelo con la pérdida de la fe. Lo único que puede hacer aparecer una fisura en la solidez de la divinidad es la muerte. Enemigos apasionados que no pueden entenderse el uno sin el otro, como tampoco la muchacha de ayer con la mujer de mañana. Practicar el ateísmo es mucho más complicado que ser creyente no practicante, como lo es mantener la humanidad en un mundo que permite que la metralla se imponga al abrazo.
Sexo y huida, convertirse en Mujer –con mayúscula– rodeada de mujeres –con minúscula– en Buenos Aires de fin de siglo, desde el barrio del Once hasta Villa Crespo, donde los fantasmas encuentran un hogar al amparo de los tangos de Osvaldo Pugliese que impregnan las paredes. Lecturas y renacimiento, Todas nuestras maldiciones se cumplieron nos entrega una voz necesaria, como si la sinceridad de Natalia Ginzburg se expresara con acento porteño. Una obra que muestra cómo bajo una peluca puede florecer la melena de la vida.