Si alguien escucha a Egon Soda sabe que algo de uno quedará atrapado en los pliegues de sus temas. Son como animistas cansados que elevan sus instrumentos hacia el cielo idealizado. Quinto disco, reencuentro de viejos amigos, que van caminando como si nadaran sangre adentro, mientras se cuentan las historias que han sucedido mientras se enfriaba la cera del tiempo.
Qué: Disco (Oso Polita)
Mezclar capitalismo y amor en Canción de todas las canciones como si fueran unos Low ubicados entre los fantasmas que recorren Europa es un ejercicio de estilo que continúa en Todo lo que sangre, donde la hipnosis clínica de la electricidad arrebata cualquier intento de recuperar el tiempo. Sabemos que la edad es un ábaco de olvidos y los días son cuencas de distintos colores, por eso vuelve a mezclar lo prosaico de un alquiler con la rabia de las lágrimas.
Si la luz fuera el principio del fuego entonces acabaríamos obligando a la vela a ser cartílago del humo, como Aves de presa, sometidos por las guitarras y una sección rítmica que parece sucedáneo de canción pop, ¿Qué placer se encuentra en la burlona percusión que la acompaña? Escuchamos Milongas y hay algo del Río de la Plata doblado hacia Despeñaperros, alguien dice que llene su boca de saliva antes de continuar: guitarra española y cajón disonante.
Tomamos distancia y sobre una entradilla solista de guitarra Ortigas en tu nombre funciona con el fraseo de lo cotidiano, un hombre enamorado es como un día que no sabe amanecer, que deja que el asfalto de su mundo corra por otras venas. Nos dais siete minutos en Como si los pianos se afinaran solos y recordamos los tiempos de sudor en el bar zaragozano Arrebato cuando Picore tocaba versiones de El Hombre Burbuja, hablamos de que quizá todos los ángeles debieran volar con una piedra atada al cuello mientras aceleramos el paso hacia la mitad del disco.
¿Qué se puede esperar de una tierra como esta, que se deja vencer por la agonía de la miel y busca el descanso en Ego me absolvo? Pídele más amor a tus pedales para dar forma al viejo vagar en el pasadizo que une las canciones entre ellas, el mismo que une los sueños de las personas, quizá un poco de decadencia en la pista de baile, así sea, dormir en el Lecho de proscuto, donde la percusión es perversa con el recuerdo de los hermanos Batista, órgano Hammond mediante.
Nuestra alma es un compendio de semillas de las que un burro se alimenta y todo lo que es semilla se te arranca en el momento de la muerte, así que puedes aprovechar el momento de la moneda en la boca para Autorretrato con fracaso al fondo. Egon Soda es una banda de intensidad notable, que puede vegetar entre el post-rock y pasar a la vibración que bordea el pop, pero manteniendo una personalidad propia e ineludible: veíamos al desierto extrañar su condición marítima, mientras con una guitarra acústica hay dientes para abrir Sol en una botella, y nos llega una confesión: cada noche Dios pide ayuda a los muertos para que el mundo no se acabe.
Con unos metales para dar más sensación de atónita caída llegamos a Sendero luminoso, como si Los Amigos Invisibles fueran seguidores del régimen chavista. Puedes seguir teniendo ritmo, creer que los prisioneros tienen afonía o que los muertos están contentos por haber caído por la revuelta fallida. Qué lejos estamos de todo cuando despierta la Bellaurora, Madrid, poeta que guardaba el denso polvo del testamento isócrono, espera que el piano nos acaricie, que el láudano llene tu cuerpo de láudano. ¿Cómo se nos llenó la tierra de párpados y de ventanas que no aprendían a cerrarse?