Es este un libro amalgamado, donde conviven en delicada compensación la soledad y el recuerdo, Malasaña y los barrios donde solo llegan los cercanías, las columnas de lo cotidiano y la prosa poética de Elvira Sastre. Un repicar de corazones, pandemia, amor de abuelas y mascotas. Todo en un hilo subterráneo que pinta el cielo bello e inalcanzable de Madrid.
Qué: Libro (Seix Barral)
Elvira Sastre repite en el título de su último libro sentencias enfrascadas en la antigua complicidad de la relación ambigua con la gran ciudad: Madrid me mata. Madrid que lleva matando a sus habitantes, que encumbró a Francisco Umbral como narrador de una urbe donde los ojos de su gente no tienen más color que los de la tierra con las que se cubren, a la Rosenvinge, verdadera Lady Madrid de guitarra acústica negra y bicicleta, a Moris y Ariel, desde Murillo hasta Cuatro Caminos… todos ajenos en sus calles y avenidas hasta que el botellín y la vieja Europa los abrazaron para siempre.
Elvira Sastre, desde Segovia hasta Madrid, pasando por delante de la librería Arrebato mientras busca un lugar donde prenderle fuego a la vida. Elvira Sastre es columnista, novelista, hace spoken word, pero sobre todo es una poeta que sabe que el papel se deja arder y que en cada llama queda la promesa de una palabra.
Perros que ladran en un portal, camas que a veces están llenas y otras vacías o aquel perfume extraño que notas cuando pasas frente a la Biblioteca Nacional, todo es descubrimiento y cotidianidad, ácido aroma de martirio que escribía Luis Alberto de Cuenca, entre un cóctel en Balmoral o en el Coconut… aquellas llamadas a una abuela que se acaban en llanto contenido y en ánimo para el que menos lo necesita. Puños en alto, ojos cerrados, salas abiertas, fotografías que se alimentan del paso del tiempo, me gustas, reenvíos, listas de reproducción, recitales, besos inagotables para la boca sedienta.
